Fotografía por: Lyndsey Addario - Valle del Korengal (Afganistán), otoño 2007 |
En el otoño de 2007, viajé al Valle de Korengal, Provincia de Kunar en Afganistán por una asignación del periódico New York Times. Por dos meses, estuve con la Compañía de batalla del ejército estadounidense.
La operación terminó en una operación llamada Rock Avalanche, que tenía como objetivo atraer a los talibanes y buscar ventas de armas. Fuimos aerotransportados a la Cordillera Abas Ghar; tropas de las OTAN no habían estado allí en algún tiempo. En el sexto días, sobre las 11 de la mañana, estábamos alineados en un camino esperando el desayuno. Debido a que las noches son frías y sin mucho que hacer, es común salir a esa hora de la mañana. Necesitaba orinar, entonces puse mu cámara en el suelo y escalé 20 metros hacia un lado de la montaña para llegar detrás de un árbol caído. Al minuto salté, escuché disparos desde todas direcciones. Me recosté en el piso y me escondí entre los matorrales. Tan pronto como hubo una pausa, fui con el estómago pegado al suela hacia donde estaban los otros.
El tiroteo duró 15 minutos, y escuché muchos gritos de "hombre a tierra". El herido fue llevado a un helicóptero, y los fotografíe por el camino. Luego alguien dijo: "Tenemos un KIA (hombre muerto en acción)".
Pasamos mucho tiempo con el Sargento Rougle; y hacia poco nos había dicho que iba a proponerle matrimonio a su novia. Pedí permiso para tomarle esta fotografía mientras sus colegas llevaban su cuerpo a la zona de aterrizaje. Después de llevarlo, se sentaron y lloraron.
Para mi, la imagen es un símbolo de Afganistán porque es muy solitaria. Cuando se está al lado de la montaña, y no hay nada alrededor, uno se pregunta: "¿Es aquí donde vamos a morir?." He tenido cuatro momentos cercanos a la muerte pero sé que qiuería cubrir esa guerra. El año pasado fui detenida en Libia con Anthony Shadid (reportero de New York Times). Me preguntó: "¿Vas a volver?" Es difícil para mi responder porque ahora tengo un hijo. (Nadie le pregunta a los hombres si harán de continuar cubriendo la guerra cuando tienen niños.) Pero hay formas menos peligrosas de cubrir una guerra; las historias humanitarias y de derechos humanos son igual de importantes.
Vía / NYT
Vía / NYT