enero 04, 2012

REFLEXIONES SOBRE EL GENOCIDIO EN RUANDA

Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Un hombre Hutu que no apoyó el genocidio había sido prisionero en un campo de concentración, con hambre y atacado con machetes. Logró sobrevivir después de ser liberado y fue puesto al cuidado de la Cruz Roja. Ruanda, 1994

En 1994, el fotógrafo de TIME James Nachtwey fue testigo de los devastadores efectos del genocidio ruandés. En este artículo, el fotógrafo revisa la tragedia. Lightbox

Los humanos hacen la guerra y nosotros hacemos la paz. Creamos amor y odio - odio y miedo. Esos dos son los asesinos. Orqueste odio y miedo y los humanos harán un genocidio. Los colonialistas europeos usaron el miedo y el odio para crear una brecha en Ruanda para dividir y conquistar. Nunca le fue permitida sanar y se convirtió en el subtexto de esta sociedad mucho después que las reglas de los blancos elaboraran su existencia. En 1994, la enemistad tribal entre Hutus y Tutsis fue manipulada políticamente para una masa crítica. Entre 500.000 y un millón de personas fueron rebanadas durante tres meses usando herramientas de granjas como armas. El asesinato por los Hutus-interahamwe fue cometido cara a cara, vecino contra vecino, y algunas veces hermano contra hermano. 

Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
La masacre de Nyarabuye tuvo lugar en los campos de una Iglesia católica y una escuela. Cientos de Tutsis, incluyendo muchos niños, fueron asesinados a quemarropa. Ruanda, 1994.

El número más escuchado es de 800.000. Es un número grande no importa a que se le aplique. Tratar de imaginar 800.000 personas con sus cabezas golpeadas por piedras y palos, atravesados por lanzas, asesinados con azadones y machetes - en sólo tres meses- aturde la mente, y luchamos por darle significado a palabras como "bíblico" o "apocalíptico"

Así como hicieron en Bosnia, en vez de enviar más tropas a prevenir el baño de sangre, las Fuerzas de paz de las Naciones Unidas se hicieron a un lado. A causa de la desastrosa operación en Somalia, nuestros líderes políticos tomaron una decisión consciente de no usar la única palabra que pudo haberle dado sentido - "genocido" - se entiende la obligación de intervenir implícitamente en el lenguaje. Mientras que el mundo daba la espalda, el genocidio sucedió en frente de sus ojos. Después, se dieron disculpas públicas, algo raro en los políticos, pero ese gesto no devolvió a la vida a algún ruandés. 

Después, cuando la Armada hutu y algunas milicias huyeron a Zaire (ahora la República Democrática del Congo) para escapar al avance de las fuerzas Tutsi, más de un millón de personas cruzaron la frontera en un solo día. Establecieron campamentos improvisados en la oca, tierra volcánica, donde era imposible encontrar agua limpia, cavar letrinas o enterrar a los muertos. En esos días la epidemia de cólera arrasó los campos. Diez mil personas murieron en pocas semanas. Entierros masivos fueron llevados a cabo usando camiones. Un número desconocidos de niños quedaron huérfanos y abandonados. Las agencias de ayuda internacional llegaron a Goma para tratar de detener las enfermedades. 

Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
En la Clínica de la Cruz Roja en Nyanza, Tutsis que han sido liberados de los campos de la muerte eran tratados por sus heridas. Ruanda, 1994.

Los responsables del genocidio se ocultaron entre la masa de civiles de los campos. Organizaciones de ayuda estaban en un dilema. Debido a que no podían distinguir quien era un asesino de un campesino, se obligaron a tratar a todas las personas. Irónicamente, la comunidad internacional que se había alejado de sus responsabilidades durante el genocidio fue forzada a rescatar a aquellos que habían cometido tales atrocidades. 

Todo esto sucedió al mismo tiempo de que Nelson Mandela se convirtiera en presidente de Surafríca, como si por alguna metafísica infernal lo mejor que la humanidad  pudiera ofrecer tuviera que ser compensado por lo peor imaginable. Ese era nuestro mundo en ese entonces, y es nuestro mundo ahora. Tenemos ejemplos de ambos lados del espectro de las aspiraciones humanas. ¿Prestaremos atención de las lecciones que nos enseña nuestra historia? Y si no lo hacemos, ¿quién lo hará?

Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Sobrevivientes del Campo de concentración Nyanza estaban en condiciones extremadamente pobres cuando fueron liberados por fuerzas rebeldes Tutsi en Ruanda, 1994.   


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Mientras los Hutus vencidos volaron a Tanzania, dejaron en la frontera las armas con las cuales cometieron el genecidio. Ruanda, 1994.


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 La masacre de Nyarabuye tuvo lugar en los terrenos de una Iglesia católica y una escuela. Cientos fueron enterrados anónimamente en masa. Tumbas comunales en Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
En la Clínica de la cruz Roja en Nyanza. Tutsis que habían sido liberados de los campos de concentración fueron tratados por sus heridas. Ruanda, 1994



Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Sobrevivientes del Campo de concentración Nyanza estaban en condiciones extremadamente pobres cuando fueron liberados por fuerzas rebeldes Tutsi en Ruanda, 1994. 


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 La masacre de Nyarabuye tuvo lugar en los terrenos de una Iglesia católica y una escuela. Cientos de Tutsis, incluyendo muchos niños, fueron asesinados a quemarropa en Ruanda, 1994 (izquierda). Cientos fueron enterrados anónimamente en masa. Tumbas comunales en Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Los Hutus que huyeron a Zaire construyeron un gran campamento en las ladeas al lado de los volcanes afuera de la ciudad de Goma en 1994



Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Para ayudar a detener el incremento de las muertes, la Armada francesa movilizó equipo en tierra para remover y enterrar a los muertos en masa. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Un niño enfermo es llevado por su padre a la clínica en Zaire, 1994. 


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Refugiados hacen fila para recibir asistencia médica en Zaire. Algunos murieron mientras esperaban, 1994. 


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Cientos fueron incinerados anónimamente en masa, tumbas comunales en Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Refugiados que habían contraído cólera eran llevados a estaciones médicas de emergencia en Zaire, 1994. 


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 La rehidratación intravenosa fue crítica para aliviar a las víctimas del cólera. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Los niños fueron especialmente susceptibles a la muerte. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Los niños fueron especialmente susceptibles a la muerte. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
 Una unidad de cuidados intensivos fue organizada en el orfanato para salvar niños con cólera. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Los niños fueron especialmente susceptibles a la muerte. Zaire, 1994


Fotografía por: James Nachtwey
Ruanda, 1994
Después de algunos días, el número de muertes se incrementó. Los muertos fueron dejados a lo largo de los caminos en Zaire más no enterrados, añadiendo más ímpetu a la epidemia. Ruanda, 1994