octubre 04, 2012

TERREMOTO EN IRAN, 1962: ENTRE LAS RUÍNAS

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Pocas personas en la tierra están tan familiarizadas con los terremotos como los iraníes. Atravesado por gran número de fallas tectónicas y por siempre sujetos a terremotos grandes y pequeños (y, por supuesto, ocasionalmente devastadores), el país ha sufrido algunos de los temblores más mortales que han sucedido en la tierra, incluyendo muchos de los que han matado a cientos, miles, incluso cientos de miles de personas. 

Uno de los peores terremotos que han sucedido en Irán surgió de una gran falla en el noroccidente del país, en la Provincia de Qazvin en septiembre de 1962. Llegando a más de 7 en la escala de Ritcher, el terremoto de Bou´in-Zahra causó daños catastróficos y mató más de 12.000 hombres, mujeres y niños. Cientos de miles de hogares fueron destruidos, e incontable ganado se perdió, una fuente clave comida y sustento de la región. Aunque no tan letal como otros terremotos iraníes del siglo, (algunos de los cuales dejaron cinco o incluso diez veces más de muertos), el 1 de septiembre de 1962, el terremoto de Bou´in-Zahara fue un evento devastador. 

50 años después, Life conmemora el desastre, mientras paga tributo a esos que murieron. En fotografías que al mismo tiempo son tan intimidantes como poderosas, Paul Schutzer de Life realiza una crónica de las consecuencias del terremoto, capturando el miedo y la angustia, así como la fortaleza de los sobrevivientes quienes, increíblemente, ya estaban trabajando en reconstruir entre las ruinas, incluso cuando lloraban a sus muertos.

Schutzer, le contó a sus lectores en septiembre 21 de 1962, como tema de la revista "salí de París hacia Irán tan pronto supe la magnitud del desastre." Una vez allí, "encontré el campo vivo con personas hambrientas y confundidas, y me encontré con escenas muy trágicas del desastre."

Se encontró con un devoto e incansable médico iraní, el Dr. Rahmani y se embarcó con él a tratar de llegar a un pequeño pueblo de montaña que no había podido obtener ayuda externa. Vistiendo una banda contra el polvo y el inevitable olor a muerte, Schultzer se montó en una pila de sudarios de los muertos que sabían iban a encontrar. Mientras caía la noche, el viaje se hacia peligroso.

"Los acantilados," escribió Schutzer, "se había dividido con el terremoto y botado grandes rocas a nuestro camino. Algunas aún colgaban sobre los acantilados. Nuestros linternas atraían sobrevivientes como polillas. Les lanzábamos comida y cobijas y seguíamos. De vez en cuando nos deteníamos para permitir al Dr. Rahmani tratar heridos y vendar costillas rotas."

A Paul Schutzer no le era extraño reportar momentos intensos. Aún en sus treintas en 1962, había cubierto días plagados de violencia de los Freedom Riders en América del Sur; la construcción del Muro de Berlín; el camino de John F. Kennedy a la Casa Blanca en 1960 y el "Camelot" de la Casa Blanca después de que John F. Kennedy ganara.

Un fotógrafo de talento excepcional y sensitivo, Schutzer trajo una profunda sensibilidad humana a su trabajo, sea que estuviera fotografiando una visita en la India por el Presidente Eisenhower a finales de los 50, documentando la mortalidad de los estadounidenses en Vietnam a comienzos de los 60 o trayendo glamour y hedonismo al Festival de Cine de Cannes a millones de lectores de Life, muchos de los cuales no tendrían ninguna oportunidad en su vida de poner un pie en la Rivera francesa. 

En un tema de Life en junio de 1967, poco después del cumpleaños número 36, de Schutzer murió cubriendo la Guerra de los Seis días en el Medio Este, el editor de la revista George P. Hunt, pagó tributo a su amigo y colega de esta manera: 

Recuerdo, por un momento, algunas de las historias que realizó y los eventos que cubrió, el Muro de Berlín, el terremoto iraní, la Guerra de Algeria, Europa del Este con un memorable retrato de la vida allí, una encantadora caracterización del hombre italiano, su cubrimiento del abucheo a Nixon y el asalto a Venezuela, o John f. Kennedy en campaña, la furia del Huracán Audrey cuando llegó a Louisiana, los Olímpicos de invierno en Innsbruck, la escalada de la pared norte del Eiger. Fue a Cuba a cubrir la crisis de Castro, al Líbano con los soldados y otra vez a Vietnam, de donde volvió con una historia inolvidable sobre ellos y el Doc Lucier, el enfermero de la Naval. 

Paul seguía. Su vida fue plena, pero la hizo más completa con un impulso por probar con gusto y dignidad los efectos de los eventos sobre las personas. Muchos fotógrafos hacen esto, pero la especial fascinación de Paul con sus compañeros y su entendimiento de ellos, hicieron su trabajo excepcional. 

"Para probar con gusto y dignidad los efectos de los eventos sobre las personas," en el fondo, no es una mala comprobación de la práctica del fotoperiodismo como una profesión y, para personas como Paul Schutzer, una apasionada vocación. Las fotografías que realizó en Irán en 1962 se encuentran entre las más grandes de su corta carrera, y verlas de nuevo, todos estos años después, nos recuerda el coraje y la compasión, el gusto y la dignidad, que son el sello distintivo de su trabajo.

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

Fotografía: Paul Schutzer - Irán, septiembre 1962

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