diciembre 07, 2012

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


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http://www.pacoelvira.com

Francisco R. Pastoriza
Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando los reporteros gráficos comenzaron a ser denominados fotoperiodistas, y su labor considerada de igual importancia a la de los redactores. El fotoperiodismo, después de su bautizo durante la guerra civil española, alcanzaba aquí su mayoría de edad. Un reciente libro del fotógrafo Paco Elvira, La Segunda Guerra Mundial. Imágenes para la historia (Lunwerg), recoge algunas de las instantáneas más divulgadas de aquel conflicto y otras prácticamente inéditas, muchas de autor desconocido.

FOTÓGRAFOS EN MOVIMIENTO

Si la imagen más repetida de la Primera Guerra Mundial era la de los infantes ataviados con leotardos y polainas, a veces con máscaras de gas, en las interminables trincheras del frente, en 1939 el soldado se había convertido en un híbrido hombre-vehículo, siempre trasladándose a bordo de máquinas de guerra o de transporte. Y los fotógrafos se movían con las tropas, empotrados en las unidades de infantería, en los buques de guerra o en los aviones (la fotografía aérea alcanzó una gran perfección durante esta guerra). George Rodger, un fotógrafo inglés que vivía en Londres, pudo tomar imágenes de los bombardeos sobre la capital británica para la revista Life y cubrir después la liberación de los campos de concentración de Bergen-Belsen y Breendonk (suyas son las conocidas imágenes de cientos de cadáveres de judíos apilados en fosas comunes). Margareth Bourke-White fotografió el primer bombardeo alemán sobre Moscú y en 1945 entró con las tropas de liberación en el campo de Buchenwald (el español Francesc Boix documentó la liberación de Mathausen). Robert Capa estuvo en la batalla de las Árdenas, se lanzó en paracaídas para cubrir la invasión de Sicilia y participó con los marines en el desembarco en Normandía, aunque gran parte de sus fotografías se estropearon durante el proceso de revelado (peor suerte tuvo Bob Landry, quien perdió todas las suyas). Ralph Morse cubrió el bombardeo de Tokio, el primer desembarco en Guadalcanal y la liberación de París. Cartier-Bresson fue hecho prisionero de los nazis y, tras la huida del campo de concentración, fue testigo de la entrada de las tropas de liberación en la capital francesa, junto a Capa y Robert Doisneau. Eugene Smith fue herido durante el asalto a Okinawa, donde hacía fotos para el reportaje “Un día en la vida de un soldado en primera línea de fuego” para las revistas Flying y Life, una lesión de la que nunca llegó a recuperarse. Cuando los americanos entraron en guerra, Edward Steichen, quien por entonces (1941) tenía 62 años, formó una unidad especial de fotógrafos para documentar el papel de la aviación y la marina. En esta unidad trabajaron Horace Bristol, Paul Dorsey, Fenno Jacobs, Wayne Miller, Arthur Rickerby. El propio Steichen viajaba en el buque “Lexington” cuando participó, en 1943, en el ataque a la isla de Kwajaleinen en el Pacífico. Joe Rosenthal, de la Associated Press, hizo la famosa fotografía de los marines levantando una bandera americana en el monte Subirachi después de la batalla de Iwo Jima.

EL FRENTE DEL ESTE Y LA FOTOGRAFÍA NAZI

La campaña alemana en Rusia supuso una de las mayores empresas fotográficas de la historia del fotoperiodismo, aunque sus fotografías no se conocieron hasta años después de terminada la guerra. Viktor Termin, Egorov, Georgi Zelma o Ivan Shagin recogieron con sus cámaras desde los desastres de la guerra y el asedio a Stalingrado hasta las ejecuciones de judíos y las escenas escalofriantes de los campos de concentración.

Desde el otro lado, Heinrich Hoffman, amigo y fotógrafo personal de Hitler, tuvo la oportunidad de fotografiar toda la parafernalia de los nazis y la intimidad del Führer (editó el libro “El Hitler que nadie conoce”), mientras Walter Frentz lo inmortalizaba por primera vez en color. En 2008 se descubrió en un barrio de casas baratas de La Paz (Bolivia) una caja con fotografías inéditas de Hans Ertl, fotógrafo de los nazis, camarógrafo y amante de la cineasta Leni Riefenstahl. Entre ellas, fotos del rodaje de “Olympia”, la película sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, y otras de la campaña de Rommel en el norte de África. Y en 2011 se encontraron 214 fotografías de oficiales, soldados y prisioneros del régimen nazi, algunas también del propio de Hitler, hechas por otro importante fotógrafo del régimen, el austriaco Franz Krieger (1914-1993), quien abandonó la fotografía en plena guerra para alistarse como soldado conductor en el frente de Rusia. A estos nombres hay que añadir, en el bando de las tropas del Eje, los de Benno Wündshammer, Arthur Grimm, Hugo Jäger, Walter Frentz, Franz Gayk. Algunas de sus obras se reproducen en este libro.

PROPAGANDA Y MANIPULACIÓN

También en la Segunda Guerra Mundial la fotografía fue utilizada como herramienta de propaganda y manipulación política y sufrió los efectos de una fuerte censura. Los gobiernos querían evitar el espanto a la población civil y a la retaguardia y prohibían la reproducción de aquellas fotografías más dramáticas, aunque cuando querían provocar adhesiones masivas las utilizaban para manipular los sentimientos. Para lo cual utilizaban también el fotomontaje, que había adquirido durante el periodo entre las dos guerras mundiales una gran perfección entre las vanguardias artísticas de Europa. Desde el izado de la bandera en Iwo Jima de Joe Rosenthal hasta la toma del Reichtag por un soldado comunista, la famosa foto de Yevgeni Khaldei, el fotomontaje y la manipulación fueron elementos muy presentes en la obra gráfica de los fotoperiodistas.

De los fotógrafos que cubrieron la contienda destacan, además de los ya citados, Larry Burrows (quien años más tarde estaría también en Vietnam), Jack Wilkes, Cecil Beaton (fotógrafo de la RAF), George Silk, Frank Scherschel, George Strock, William Vandivert, Werner Bischof, Yevgeny Chaldey (conocido como el Capa soviético), Erich Lessing, Walter B. Lane, Leonard McCombe, John Phillips, David E. Scherman, William C. Shrout, Howard Sochurek… Y hay que citar también a Bernard Hoffman, quien fotografió los efectos de la bomba atómica sobre Hiroshima, y a Jacques Boyer, quien captó el impacto sobre Nagasaki.

La Segunda Guerra Mundial - Paco Elvira
Editorial: Lunwerg
Prólogo: Jorge M. Reverte
Hardcover -

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