«Las fotos que hacen hoy los fotógrafos profesionales son aburridas, las que realizan los artistas son patéticas y la única esperanza que nos queda son los aficionados porque en ese territorio es donde se encuentra la espontaneidad y la originalidad. La gente que hace fotos y las cuelga en Internet goza de una maravillosa libertad». Palabra de Joan Fontcuberta. No un mundo sino mil mundos en una imagen.
El engaño visual como una invitación a la reflexión. Puzzle, reconstrucción, mirada global y 'glooglealizada'. Joan Fontcuberta (Barcelona 1955) es un aventurero de la fotografía, ahora fotógrafo sin cámara, incapaz de atravesar dos veces la misma senda; además de teórico, crítico e historiador de la fotografía, entre otros visuales oficios.
'A través del espejo' porque quizá ahora 'vemos' a través de Google y creemos encontrar allí la realidad. «Internet es hoy el espejo del mundo y el espejo que duplica el mundo que nos permite pasar fácilmente del mundo real al virtual y la vida, en ocasiones, parece más plena e intensa en el lado virtual. Los artistas, junto a la instituciones y los representantes del mundo cultural, debemos reflexionar sobre lo que está ocurriendo para tener respuestas más responsables e intentar ser mejores personas y ciudadanos más creativos y más libres», argumenta Fontcuberta.
'El origen del mundo', de Fontcuberta, que reconstruye el conocido y polémico desde sus inicios cuadro de Gustave Coubert, está realizado con 10.000 imágenes obtenidas al buscar en Google palabras relacionadas con el universo y su creación, como Big Bang o agujero negro. Imágenes donde el azar, lo prescindible y lo necesario y la permeable frontera entre lo falso y lo real se entremezclan. Imágenes de la cárcel de Abu Ghraib y la teniente Lynndie paseando a los presos como perros, una víctima iraquí con la cabeza reventada por una bala explosiva, dos enigmáticos ovnis, el mosaico romano de la medusa
«La fotografía nació en el siglo XIX como un elemento capaz de verificar la realidad y certificar la experiencia, pero hoy en día esa función, la de saber si algo existe, la ocupa Google. La necesidad que tenemos de cerciorarnos de la existencia de algo la resuelve ahora Internet&hellip, por eso el diálogo entre la fotografía y Google siempre echa chispas», subraya el fotógrafo barcelonés, premio Nacional de Fotografía en 1998.
Junto a ello Fontcuberta, convertido ahora en antropólogo («amateur porque a los antropólogos no les gusta que me considere antropólogo visual»), muestra lo que denomina 'reflectogramas', esos autorretratos contemporáneos que cuelgan de páginas web de acceso público (nunca de pago o con contraseña) y redes sociales. Jóvenes y adolescentes frente a espejos (en los que además, «para cerrar el círculo perceptivo, aparece la propia cámara como dispositivo de registro»). Espejos en lugares de intimidad como cuartos de baño, habitaciones de estudiante, de hoteles, lavabos de discotecas y de otros locales de ocio, probadores de tienda de ropa, ascensores, retrovisores de automóviles&hellipMuchos sujetadores de toda clase, talla, color y condición y mucha ausencia de sujetadores. Gentes en variadas posturas y parejas de todo tipo e instrumental variado. Es verdaderamente curioso lo que algunos ciudadanos son capaces de hacer con una cámara en un cuarto de baño.
Dice Fontcuberta que la fotografía es «una herramienta de negociación conmigo mismo, con la realidad, con el mundo y con la memoria» y el sigue prefiriendo la vieja palabra fotógrafo a la de 'artista visual'. «Vivimos un tiempo en el que a fotografía a engullido a todo lo demás y en que todos somos fotógrafos y todos llevamos una pequeña cámara o un móvil con cámara; somos 'homus fotograficus'. La imagen nunca ha tenido un peso tan preponderante en la sociedad como ahora». Una afirmación que apoya en una apabullante cifra: cada día se suben a Facebook 100 millones de imágenes. Lo que le hace reflexionar en su trabajo sobre una situación paradójica: «Pasamos tanto tiempo haciendo fotos que no tenemos tiempo para mirarlas». «Estamos en una situación de cambio en la que podríamos afirmar que estamos hechos de imágenes y tenemos que comenzar a plantearnos cómo vivir en la imagen y cómo sobrevivir en este laberinto repleto de imágenes», subraya.
Escepticismo activo
¿Cómo sobrevivir a ese torbellino de imágenes? Fontcuberta no lo duda: «Con un escepticismo activo». «O nos sometemos o reaccionamos y yo recomiendo una actitud de cautela y vigilancia respecto a esa interacción que tenemos con la imagen. No debemos dejarnos seducir ni adormecer sino mantener el espíritu crítico», recalca.
Fontcuberta se ha convertido en un apasionado y compulsivo coleccionista de miles de imágenes sin que un solo clic haya salido de su máquina de fotos «Quizá -explica- sea necesario ahora mantener una cierta actitud ecologista porque el mundo, internet más aún, en un estercolero de imágenes y no tiene sentido hacer más. Pero sí es necesario reciclar, recuperar algunas de esas imágenes-basura para darles una nueva vida y dotarlas de otra dimensión y una 'habitación' distinta. Esto hace que el papel del creador haya pasado a ser el de coleccionista, comisario, crítico o pedagogo; el arista ya no es un genio en contacto directo con la musas sino alguien que observa el mundo y a partir de esa indagación actúa con otros roles. La creación ya no es un territorio autorreferencia y contamina y se contamina de otros espacios como la antropología, la sociología o la política».
Para Fontcuberta los 'reflectogramas' hablan y explican «toda una serie de preocupaciones actuales respecto a la apariencia, a la construcción de la identidad, la noción de intimidad, los conflictos entre lo público y lo privado e incluso detrás de algunas de estas imágenes, un poco perturbadoras y provocadoras, se advierte un cierto gesto político de inconformismo y de hartazgo ante lo establecido». «Este material nos hace aprender mucho como nosotros mismos y la sociedad actual», advierte.
En los 'reflectogramas' (autorretratos con espejo y con la propia máquina de fotos) aparecen gentes de toda condición, aunque en un 95% se trata de adolescentes -los grandes usuarios de las redes sociales como medio de comunicación cotidiano- y de ese tanto por ciento un 80% son chicas. Un dato que para Fontcuberta quizá hable de una nueva forma de mirar «porque la mujer se ha visto hasta ahora sometida a imágenes realizadas por hombres y ahora pueden gestionarse su propia imagen».
Una mirada erótica
Una mirada también erótica porque para Fontcuberta «las cámaras digitales deberían venderse también en los sex shops porque se han convertido en juguetes eróticos y todos, lo reconozcamos o no en público, nos hemos hecho fotos en situaciones más o menos eróticas porque es una manera de revivir o intensificar el placer», argumenta. «Hay gente que se escandaliza pero es un espejo de la realidad, de lo que hace la gente y la gente quiere que sepamos de ellos en internet; no hay que olvidar que no son solo autorretratos sino que las han colgado voluntariamente en la red, en una doble pulsión vouyerística y exhibicionista. Es una manera controlada de darse a ver y conocer», concluye. Asegura que nunca ha tenido el menor problema por la autoría de las fotos y que «es necesario acomodar a la situación actual los necesarios derechos de imagen y el derechos de autor».
¿Se ha fotografiado Fontcuberta frente al espejo? «Me incluyo en esa vorágine, viajo mucho y paso muchas noches de hotel solo, en habitaciones donde siempre hay un espejo y donde es difícil no caer en la tentación», reconoce.
Usted también puede pasar al otro lado del espejo.
«Detrás de estas imágenes también hay una nueva forma de hacer fotografías. Una estética en la que lo que se había considerado 'error' hasta ahora (fotos desencuadradas, desenfocadas y borrosas, un excesivo pixelado, el flash que ciega) se pueden integrar a una retórica de signos expresivos que ya ha llegado a campos como la moda, la publicidad o la pornografía», analiza Fontcuberta quien asegura que una de las misiones del artista consiste en «sacudir el anquilosamiento social».
El espectador puede sumarse a ese carrusel de imágenes gracias a un espejo y una cámara de todos con la que se puede retratar. Se pide, eso sí, un con de imaginación y frescura. Las fotos también se pueden enviar a mirror@fontcuberta.com - Gontzal Díez, La verdad. -