Serie: "Fauna" Fotografía por: Joan Fontcuberta |
Entrevista a Joan Fontcuberta por Sonia Sierra.
“Mis proyectos son trampas para que el espectador, por su cuenta, tenga que hacer un proceso epistemológico muy intenso que es el de reconocer, descubrir el carácter ficcional en un material, en una información que tiene todas las apariencias de lo real”.
-La fotografía se pensaba como un documento que daba una verdad. ¿Hoy es falso pensar que guarda la verdad?
La verdad en la fotografía no era una cualidad inherente a la propia naturaleza del medio, sino una proyección cultural e ideológica. La fotografía no nace inocente, nace con un pecado original, en un contexto del Positivismo. Nace como una herramienta al servicio de la verdad. Entonces la fotografía tiene que proporcionar datos fidedignos y ese mandato va a canalizar la evolución de sus usos a lo largo de un siglo y medio. Pero la conciencia del público se acrecienta y empieza a cuestionar esa veracidad y llegamos a la etapa actual en la que la cultura digital nos predispone más que nunca a cuestionar la naturaleza verídica y dogmática de la fotografía. Nos damos cuenta de que la imagen fotográfica es una construcción como cualquier otra del lenguaje humano, que puede adoptar máscaras, camuflarse bajo el documental, el arte, las experiencias científicas.
-¿Este exceso de fotografía no impide ver qué tipos de control hay atrás?
Pasamos tanto tiempo haciendo fotografías que ya no nos queda tiempo para verlas. Producimos tal cantidad de imágenes que éstas se vuelven prosaicas, banales y pierden sentido. Lo que debemos plantearnos críticamente es qué imágenes siguen haciendo falta frente a ese horizonte súper saturado, cuáles son las que hoy necesitamos.
-¿Cuáles cree usted que son esas?
Las que rehúyen los estereotipos, las que enseñan situaciones que desde instancias del poder se nos ocultan. Por ejemplo: ¿por qué no hay un retrato de Bin Laden muerto? Cuáles son las razones políticas e ideológicas para que se oculten imágenes de este tipo, para que decidan qué podemos ver, qué no, qué quieren que veamos.
-¿Cómo cambió la fotografía a partir del 11 de septiembre?
El alcance de los sucesos es tan espeluznante que toca, que roza lo que es la ficción. Esos hechos han llevado a unas consecuencias muy importantes para la comunicación visual, por ejemplo, el control de la imagen: cada vez para los fotoperiodistas es más difícil acceder libremente a zonas de conflicto, cada vez hay más censura, hoy nos damos cuenta de que una parte de la guerra se libra en la imagen. Buena parte de nuestra vida transcurre en la imagen y por lo tanto hemos de aprender a sobrevivir en la imagen.
Convencido de que de cara a las estrategias de manipulación, la sociedad requiere una “pedagogía de la duda”, Fontcuberta explica que sus proyectos son como “vacunas que inoculan el virus de la mentira para intentar que el organismo genere anticuerpos y sea capaz de reaccionar ante virus que puedan llegar en cualquier momento”.
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Para Fontcuberta, si en muchos casos no hay cuestionamiento de parte de los espectadores es porque “la credulidad es más cómoda que la crítica, requiere menos esfuerzo que el plantear una confrontación. Tendemos a aceptar lo que nos llega, pero en cambio hay que activar una serie de energías cuando queremos confrontar”.
En ese sentido considera que aunque hoy somos más críticos respecto a la imagen, los manipuladores también han aprendido y hay formas de manipulación como los fotomontajes, que son detectables, pero otras que no, como es el caso de la descontextualización de la información.
Via / El Universal / Prodavici