Texto de los fotógrafos Adam Broomberg y Oliver Chanarin en la que discuten las fotografías iconicas, casi siempre anónimas que surgen de las zonas de conflicto en el siglo XXI. Lo que piensan ellos de las imágenes que definen nuestra era.
Vía / Guardian
Las zonas de conflicto están llenas de cámaras. Soldados, periodistas, insurgentes, civiles, aún aviones no-tripulados - todos ellos tienen cámaras. Hay un viejo refrán ruso que dice: "la bala es un tonto ciego", pero hoy las armas pueden verse. Entonces ¿cómo esto saltos tecnológicos han afectado las manera como el conflicto se presenta desde el 11 de septiembre? Si hay tal abundancia de cámaras, ¿Por qué la representación de la guerra está tan saneada en los medios de comunicación?
La mayoría de las imágenes que vemos de Afganistán e Irak son producidas por periodistas acreditados, cuyas reglas de compromiso son impuestas por militares británicos o estadounidenses. La larga lista de cosas que un fotoperiodista acreditado no puede fotografiar incluye: carros bomba, suicidas bomba, soldados heridos, soldados muertos, ataúdes de soldados muertos, vehículos dañados en combate, hospitales o morgues. Hay excepciones por supuesto, al periodista que entre al teatro de la guerra "unilateralmente".
¿Por qué las imágenes en las que más confiamos que están en baja resolución o borrosas son llamadas "imágenes pobres"? Fotos tomadas por teléfonos móviles, por ejemplo, son leídas como más auténticas. Tal vez, es porque parecen tener una compensación, un compromiso con la calidad (resolución, composición, foco) por velocidad y autenticidad. Estas imágenes son leídas como no partidarias, hechas por las personas que resultaron en la escena más que por profesionales que rondan alrededor esperando que algo suceda. Dos imágenes ganadoras de premios son ejemplos perfectos de esto, el Asesinato de Bhutto de John Moore y Soldado americano descansando en el bunker, Valle de Korengal, Afganistán, septiembre 16 de 2007 por Tim Hetherington.
Soldado americano descansando en el bunker Fotografía por: Tim Hetherington - Valle de Korengal (Afganistán) , septiembre 16 2007 |
Entonces, ¿qué vale una fotografía del sufrimiento humano y quién se beneficia de ello? Parece molesto para nosotros que la Associated Press haga dinero por ofrecer imágenes de tortura como las de Abu Ghraib a organizaciones de noticias, aún si cada vez que esto ocurriera la deshumanización se perpetuara, o aunque supiéramos que estos actos fueron actuados, más que ser incidentales, para la cámara.
Mucho antes de las fotografías de Abu Ghraib o los ataques del 11 de septiembre, descritas como "imagenes dolorosa" para los Estados Unidos, el rol de las imágenes en zonas de conflicto había sido descrito. Un sorprendente ejemplo de esto es War primer de Bertolt Brecht. Publicado primero en 1955, War primer es una colección de lo que Brecht llamó "foto-epigramas", que consisten en una fotografía (sobretodo recortes de periódicos) acompañadas por un poema de cuatro líneas.
Para Brecht, la fotografía era un arma contra la verdad. Las imágenes de prensa, se preocupó, eran una forma de jeroglíficos en urgente necesidad de desmitificar o decodificar, y él produjo War primer como un texto para leer esas imágenes. En su batalla sin fin de "poner al descubierto el dispositivo", esto es, mostrar cómo trabajan las cosas, Brecht quería rescatar las imágenes y textos de su compañero infeliz.
Uno de las foto-epigramas de Brecht mostraba una imagen de un soldado alemán ejecutando a un francés. El cuarteto de Brecht decía:
Uno de las foto-epigramas de Brecht mostraba una imagen de un soldado alemán ejecutando a un francés. El cuarteto de Brecht decía:
"And so we put him up against a wall
A mother's son, a man like we had been
And shot him dead. And then to show you all
What came of him, we photographed the scene."
La ansiedad de Brecht ante la fotografía sigue siendo pertinente en el paisaje visual actual donde la llamada "guerra sobre el terror" ha sido descrita como una "guerra de imágenes"
(...) A pesar del peso de las imágenes en nuestro tiempo - las vistas previas, miniaturas o jpegs, comprimidas, subidas, reordenadas, exprimidas, re-editadas, y sin autor - la historia, parece ser, demanda íconos y se calcifica alrededor de ciertas imágenes. Fotoperiodistas, atrapados en la cadena de suministros de la imagen, hacen fotografías que nos encarcelan y a las cuales es muy difícil discutirles. Pero ellas no pueden ayudarnos a desmitificar los resultados. Es el papel del artista interrogar y cambiar el sistema.