febrero 21, 2012

LA GUERRA Y EL PODER DE LA FOTOGRAFÍA

WIM WENDERS PRESENTA A JAMES NACHTWEY

El 11 de febrero de 2012, el fotógrafo de TIME James Nachtwey fue galardonado con el Premio Internacional de Paz Dresden, un premio que se le otorga a aquellos que van más allá para prevenir la violencia. En esta ocasión el director Wim Wenders presentó el premio. Estas son sus declaraciones sobre Nachtwey, la guerra y el poder de la fotografía: 
Vía / LBTIME

Si un fotógrafo de guerra es galardonado con un Premio de la paz, sobretodo en una ciudad devastada por la guerra, entonces debe ser una persona muy especial y en verdad un extraordinario fotógrafo. Y debe tener algo que se oponga a la guerra. ¿Qué película de guerra, por ejemplo, no es en el fondo una glorificación de la guerra, incluso contra un mejor juzgamiento, y a pesar de sus buenas intenciones?

Y, es la verdadera naturaleza de las imágenes presentar lo que describen. "Lo que ve es lo que hay." Eso es exactamente lo que las hace tan poderosas. Casi como si quisieran encuadrar un círculo, como si quisieran disociar lo que una imagen presenta y transforma, y mucho menos tratar de decir lo contrario de lo que muestra. 

La guerra es inmensa, una industria infernal, lo más grande en este planeta. Puede parecer presuntuoso para un hombre intentar ponerse en el camino de esta maquinaria. Una vez que la guerra empieza, todo gira fuera de control casi de inmediato, convirtiendo a los ejércitos y a los soldados que pelean en ella en espectadores impotentes, víctimas de su propia arrogancia. ¿Quién se atrevería a oponérsele y ponerla en perspectiva siendo sólo un... fotógrafo?, ¿Quién usaría cámaras contra tanques? 

¡Sólo haga el esfuerzo y visualícelo por usted mismo! Después de todo, todos tomamos fotos actualmente. Incluso nuestros teléfonos celulares no vienen sin cámara. O tal vez tenga uno de esos pequeños y convenientes dispositivos digitales. O puede tener equipo profesional... ¡Sólo imagine yendo a la guerra con eso! E imagine tomar sólo una fotografía para desengañar al mundo entero y decirles qué sucede allí. Si: ¡una foto que pude influenciar las consecuencias de una guerra e incluse terminarla! Cierto. ¡Eso es una locura!

Bien, entonces imagine esto: usted quiere cambiar la vida de UNA persona con una fotografía. Eso es un enorme desafío, si lo piensa. El corto instante cuando mira a través del visor o de una pantalla pequeña, mientras apunta la cámara a algo, y finalmente presiona el botón... ese segundo es supuestamente para registrar algo, para capturar algo y después cautivar, y por allí mover a alguien, o aún más: ¿sacudir el mundo?

¿Cómo puede ser posible?, ¿Quién es usted para intentar semejante cosa?, ¿Cómo... podría hacer eso?

Las fotografías de James Nachtwey nos dan una idea precisa de cómo "se podría hacer eso" en el sentido verdadero del mundo: donde otros "solo quieren salir por ahí", allí es donde él va. Viaja, en principio, hacia lugares que otras personas están desesperadas por salir, o de donde se han ido rápidamente, o no pudieron salir. 

Es con ese primer movimiento que él ya se ha opuesto a la guerra: consigo mismo. Con su seguridad, su vida, sus afectos, sus convicciones Todo eso está capturado en sus  imágenes. 

“¡Espere un minuto!” puede usted decir. “Tal vez le gusta esa cosa de ir a la guerra, o tal vez es una especie de turista en busca de emociones. Después de todo, hay personas que escalan rascacielos y caminan en la cuerda floja o se lanzan de aviones o saltan de puentes - cosas que ninguno de nosotros haría, pero que a unos pocos aparentemente les gusta hacer. ¿Puede ser Nachtwey uno de ellos?”

Si lo fuera, seguramente no ganaría un Premio de paz, ganaría algunas medallas como héroe de acción. Este James Nachtwey tendría el mismo nombre, pero ciertamente no es del tipo James Bond. ¿Quién es entonces?

No creo que tenga que conocer la biografía del fotógrafo para entender quien es él. Eso nos lo muestra en cada una de sus fotografías. Cada foto contiene una segunda, invisible al comienzo, que no se revela a sí misma inmediatamente. Es un ángulo inverso, si desea, un contraplano. Eso nos recuerda que a tomar fotos también se le dice “to shoot pictures” (tomar fotografías)... (NV: hace una relación entre el counter-shoot o contraplano y to shoot de tomar/disparar fotos) Si la cámara dispara es literalmente “¡contraproducente!” (NV: de nuevo hace un juego de palabras entre shooting back de disparar la cámara y el backfiring que refiere a lo contraproducente). El ojo que mira a través del lente también se refleja en la foto. Deja algunas veces un débil trazo de sombra del fotógrafo, algo entre una silueta y un grabado, una imagen/ foto no de sus acciones sino de su corazón, su mente, su espíritu. Digámoslo con una única y sencilla palabra, el corazón. 

El corazón es el medio real sensible a la luz aquí, no el film, no el sensor digital. Es el corazón que ve una imagen y desea capturarla. El ojo deja que la luz entre, seguro, es por eso que también lo llamamos “lente,” pero no “describe” nada. O lo hace la retina o los nervios que transmiten la información. La “imagen” es creada “en el lugar.”

Allí, está emparejada con otras señales que llegan al mismo tiempo. Algunas de ellas se relacionan con criterios formales o estéticos, como composición, foco, contraste, o por el conjunto de la impresión y los detalles. Otras señales son de naturaleza ética o moral. ¿Qué pasa aquí?, ¿Qué le pasa a las personas en frente de mi cámara?, ¿En qué consiste su dignidad? O mejor: ¿Qué está violando esa dignidad?, ¿Qué nos dice la imagen/fotografía?, ¿Qué historia deja en este momento, y qué nos sugiere a continuación?, ¿Cómo reacciono a lo que estoy viendo, como un testigo con cámara?, ¿Seguro que estoy libre de prejuicios, o peor, de cinismo?, ¿Qué hay en esta imagen que me hace sentir?, ¿Tengo el derecho de mostrarla a otros?, ¿Cómo afectará a otras personas?, ¿Lo que veo puede ser malinterpretado?, ¿Cómo puedo prevenir que eso pase?, ¿Podría ayudar si doy un paso adelante o al lado?, ¿Y si voy atrás un poco más?, ¿Y si dejo esto o aquello fuera del marco?

Hay cientos de señales y mensajes que llegan al mismo tiempo, los cuales son procesados en una fracción de segundo. Las manos son parte del proceso de pensamiento como correctores del marco/frame, el dedo sabe qué se aproxima y presiona el botón de encendido.

Lo que estoy tratando de decir es: La fotografía que ha sido creada incluye todos esos pensamientos, los procesa como otra clase de luz, “una luz interna,” que los describe y “contiene” al mismo tiempo que trata con “la luz exterior” y otros eventos, lo que produce cerca de la imagen es el retrato invisible del mismo fotógrafo, que “contrapone” lo que antes mencionaba.

Y todo esto no pasa en una fiesta de cumpleaños, o en un campo de fútbol americano, o en un concierto de rock, sino en la guerra. Todo es crudo, tenso, fuerte, cruel, fuera de control, insano, increíble, horrible, injusto, pérfido... Por eso exactamente el fotógrafo debe ser preciso, rápido, cuidadoso, considerado y confiable como si estuviera en una boda o sobre la alfombra roja. No, eso no es verdad: debe ser más preciso, rápido, más cuidadoso, más considerado y más confiable. En la guerra, casi siempre, no hay una segunda oportunidad.

Los fotografías exhibidas en el Museo Dresden de historia militar representan una pequeña selección de las muchas fotos que James Nachtwey ha tomado en cerca de treinta años como viajero y documentalista. Ellas fueron tomadas en Afganistán, en los Balcanes, en Ruanda, Chechania, Darfur, en la Zona cero de Nueva York y en Irak. Esta lista puede extenderse fácilmente para incluir fotos de Sudan, del Norte de Irlanda, de Rumania y así sucesivamente.

James Nachtwey estuvo en “The Heart of Darkness,” para citar el título de la famosa novela de Joseph Conrad. ¡Si alguien hubiera estado allí, era él! Puede pensarse que esta muestra a través de la oscuridad, de manera siniestra, la reflexión deprimente que hace su camino a través del ojo del fotógrafo, pesando en su corazón, su alma, su mente, su espíritu.

Y en efecto, muy seguido eso es exactamente lo que sentimos viendo documentales en la televisión, o leyendo el periódico o fotos en las revistas: que las atrocidades que vemos representadas han oscurecido el corazón del fotógrafo o del camarógrafo. Podemos decir que ha mirado hacia otra parte mientras tomaba la foto, que la hizo con toda esa muerte, hambruna y miedo a su alrededor, que estaba pensando en sí mismo, en su propia salvación de este infierno, que no estaba CON las personas enfrente de su cámara, y que no desea ver la muerte en el trabajo. Tomar una fotografía puede ser una manera de no querer ver más. 

En todas las fotos de James Nachtwey podemos percibir (al mismo tiempo, en el ángulo contrario) que no quería ver el otro lado, que quería soportar el dolor y ver exactamente que estaba allí o yacía allí ante él, que  sabía que le pertenecía a las personas, la muerte, la hambruna, la enfermedad, toda eso frente a su cámara, que él ha visto y muestra que es exactamente posible, muy despiertos y con los ojos bien abiertos. 

Si la dignidad de alguien ha sido violentada, James Nachtwey no lo hará una segunda vez, como observador puede, pero hará el esfuerzo de restaurarla. (¡Oh si, las fotografías pueden hacer ambas!)

Ahora, ¿estoy inventándome todo esto, o tengo algo para asegurar mis impresiones?

Creo que todo lo que debemos hacer es mirar de cerca. Todo lo que tenemos que hacer es entrenar nuestros ojos para no sólo ver la FOTOGRAFÍA en sí misma, sino la ACTITUD del ojo y del corazón que la tomó. 

Cada mirada representa una cierta actitud o un estado de la mente, sus miradas en cualquier momento. Interés, aburrimiento, disgusto, indiferencia, pena, sorpresa, curiosidad, odio, cinismo, afecto, respeto, aversión, cansancio, frustración... cualquier cosa que guíe sus ojos es representado junto con el protagonista cuando una cámara es llevada hacia el ojo. No hay foto que no haya sido tomada con una actitud de alguna clase u otra. 

Y en ninguna parte es más necesario que cuando se tiene la muerte de frente, cuando se es confrontado con la violencia, desesperación, el abismo, la oscuridad, Pueden ver y descifrar en cada una de sus fotografías la actitud de James Nachtwey. No es un secreto. 

Escojo sólo una foto de su exhibición que a primera vista no es del todo del “tipo- guerra”: Tres niñas, pequeñas niñas, se encuentran tras un árbol. Cubren sus ojos con sus manos, A alguna distancia un helicóptero aterriza levantando nubes de arena alrededor. Inmediatamente reconocemos ese helicóptero. Usualmente hay armas sobresaliendo del fuselaje, y en efecto, allí están. Este abejorro rugiente trae tropas, armas, bombas... en poco, una guerra a lo lejos, hacia lo azul, y tan rápido como llegaron, se van. Inmediatamente se escuchan “Ride of the Valkyries” de Apocalypse Now.

La Armada evacuando soldados heridos desde un campo de fútbol
Fotografía por: James Nachtwey - El Salvador, 1984
Las niñas son todo menos valquirias. Sus ropas de colores, las sandalias en sus pies, la inocencia de la más joven con sus zapatos y medias de domingo, todo nos dice lo mal preparados que están para lo que viene, es inevitable, lo que ellos dejan atrás, posiblemente como astronautas llegarán o se irán a un planeta lejano. Hace un momento las niñas estaban corriendo, riendo, sin que les importara el mundo... y entonces la invasión de los dioses extranjeros.

La fotografía invoca que pudo haber pasado luego o que ha pasado. Cualquiera sea el caso, estas niñas recordaran ese momento toda su vida. La etiqueta, a la que me devuelvo, después de tratar de decodificar la foto por mucho tiempo, dice: “El Salvador, 1984. El ejército evacua soldados heridos desde un campo de fútbol de una villa.” Bueno, eso explica un poco.

Aún el mensaje de cualquier fotografía es únicamente la fotografía en sí. En los museos, habrán notado, muchas personas saltan sobre la etiqueta, antes de mirar las fotos. Es como si trataran de protegerse a sí mismos de la imagen. Leer crea distancia, no se está consciente nunca más, la información deja que nos alejemos de las cosas que de otra manera nos problematizaría.

Les pregunto urgentemente: Primero leer la fotografía de cerca. Después se darán cuenta, en el caso de esta foto que acabamos de mirar que: ¡hay mucha ternura en ella! Esa foto fue tomada por alguien que estaba más interesado en las niñas que en las tropas y sus negocios. No es un protagonista que se espera ver en una foto tomada por alguien que fue allí a fotografiar la guerra. Para ver (o encontrar) esto, tienen que estar del lado de los niños. No pueden cubrir sus caras con sus manos y tratar de proteger el lente de su cámara de la arena. Tiene que hacer lo opuesto: abrir sus ojos y arriesgarse a que la arena se pegue a su cara y a su lente.

Me moveré a otra imagen, casi lo opuesto a la anterior. Las guerras balcánicas.

Fotografía por: James Nachtwey - Serbia, 1993

Muestra un camión bajando su horrible carga: cuerpos sin vida se deslizan de la basada. El conductor está afuera de la ventana de su camión así que puede ver dónde está dejando los cuerpos. Entre los cuerpos hay una carretilla, en un momento también caerá... Los muertos aún están vestidos. La manera como caen, con sus cabezas colgando, muestra que el rigor mortis no ha llegado aún.

Una mano se alza en primer plano, parcialmente cubre el lente. Vemos la palma de la mano, el pulgar apunta abajo. Es la mano derecha de un hombre de espaldas al fotógrafo. Esto no es alguien tratando de parar al fotógrafo que toma fotografías; está dirigiendo su mano a la dirección en que el conductor del camón hacia el pozo que sabemos debe estar allí, fuera de la foto... Lo más horrible de esta escena es que se siente como el día a día de un sitio de construcción.

¿Queremos saber de qué guerra es?

¡Si! La etiqueta explica: “Bosnia y Herzegovina. El Ejército bosnia ha celebrado con éxito un ataque a la infantería serbia cerca a la Villa de Rahic. Los cuerpos de soldados serbios que cayeron en batalla han sido traídos desde el campo detrás de las líneas bosnias en un camión…”

James Nachtwey es extremadamente preciso. Es un testigo, (la palabra “testigo” es más adecuada que nunca) y se toma esta responsabilidad muy en serio. es alguien que no sólo quiere describir lo que acaba de ver, sino también quiere registrarlo con palabras lo más precisas posibles para que puedan ser utilizadas como evidencia.

Podemos ver que la foto no ha tomado el nivel del ojo. El fotógrafo no mira a través del lente, “dispara desde la cadera,” (NV: un refrán que hace referencia a reaccionar rápido) por así decir. Tan rápido como un flash, antes que el hombre que levantó su mano se volviera. Si él hubiera dado la vuelta, la foto hubiera sido completamente diferente, de hecho, se habría convertido en imposible.

Como muchas de las fotografías de Nachtwey, el lente es un ligero gran angular. Con tal lente, el fotógrafo tiene que estar en el lugar indicado. Para ser capaz de tomar fotos como esas, debe estar cerca a la escena. No se puede usar así como así el zoom a la distancia. El fotógrafo no tiene distancia, él está allí. Y nosotros lo estamos también, no importa si estamos sentados en nuestra sala, parados en un museo, o sosteniendo un libro o una revista en nuestras manos.

Estas son fotografías de alguien con fuertes deseos de justicia de cara al horror que se despliega ante sus propios ojos, alguien que pone mucho para lograrlo. Aún si la foto ha sido tomada con la fracción de un segundo levantando la cámara un poco - él instintivamente encuentra el ángulo preciso al mismo tiempo, como si las manos fueran capaz de ver.... ¡Con todos sus sentidos él está presente!, ¡Con su cuerpo con su mente y su corazón sabe dónde su foto toma lugar! La foto es parte de su propia existencia.

O vamos a mirar una tercera imagen tomada durante la Guerra de Chechenia a mediado de la década de los noventa. Un calle de pueblo, un granero de madera quemado en primer plano. Sobre la camino cubierto por la nieve en frente de esto yace una mujer muerta, vistiendo un simple abrigo de invierno. A su lado sobre el suelo, un monedero. Vemos los zapatos y sus delgadas medias, su pie izquierdo girado extraña y de manera poco natural. Está roto, ¿estaba roto?

Fotografía por: James Nachtwey - Chechenia

En la esquina viene una mujer mayor, cautelosamente, casi mirando con curiosidad, “la vecina,” como dice la etiqueta, una campesina con una pañoleta amarrada alrededor de su cabeza. Ella se detiene en su camino y mira el cuerpo congelado en la nieve. Casi puede verse su pensamiento: “¡Pude haber sido yo tendida allí!” Hay una pizca de sorpresa en su corta parada, mirando la escena. Las sencillas casas de un piso del lugar atrás son testigos de la pobreza del lugar. Hay tejas faltantes, o ¿es el daño causado por la guerra, también?

Actualmente, no podemos pensar o tal vez es más un vago sentimiento que un pensamiento consciente: esta foto es “¡imposible!” Hay algo sobre ella que no podemos conseguir meter en nuestra cabeza. En una película, ESTA BIEN, podemos aceptar una escena como esta... Y después nos damos cuenta que eso que pensábamos es “ imposible”: es de hecho que el fotógrafo estuvo presente, que era parte de ello, en ese lugar que él capturó la vecina justo en el momento de reconocimiento, como si ella estuviera solo en la escena, como si no fuera posible que hubiera otra persona con una cámara que no sólo está mirando, sino también creara evidencia del momento.

Estamos totalmente perdidos explicando la presencia del fotógrafo. ¿Cómo pudo hacerse invisible? A no ser que no estuviera como fotógrafo en primer lugar, más que como alguien que se ha topado con la escena también, un ser humano sorprendido, tan atónito... Alguien que se ha convertido en uno con su cámara, que se ha vuelto en efecto invisible a las otras personas.

También estoy empezando a captar algo más en cada una de las tres imágenes que instintivamente encontré, casi arbitrario: No puedo señalarlo, ¡pero parece ser que en esas fotos el fotógrafo no sólo ve por sí mismo!, ¡y esto es algo que no puede tomarse por sentado.!

Actualmente, el acto fotográfico es un trabajo solitario. Se es dejado a su propio servicio, especialmente cuando la guerra surge alrededor o la hambruna y la muerte acosan la tierra. Pero estas fotografías tienen algo en común, una “actitud,” un punto de vista, la conciencia del fotógrafo - como sea que le llamen- estar allí por otros, exponiéndose a sí mismo, y dando testimonio para otros.

¿Quiénes son esos “otros” por los cuales James Nachtwey va a la guerra, por así decirlo?, ¿Son los protagonistas de sus fotos, el que muere de hambre, el moribundo, el perpetrador, el enfermo, el herido, el sufriente, el horrorizado? O esos “otros” no nos incluyen, los espectadores, ¿en el preciso instante en que empezamos a involucrarnos con sus imágenes?, ¿Cuándo él se hace testigo, y hace su trabajo, no nos llama a ser testigos también?

Si este es en efecto el caso, entonces James Nachtwey crea una comunidad entre los sujetos de sus fotografías y nosotros. una comunidad de la que no podemos salirnos fácilmente. Él hace que volteemos hacia la humanidad, no más ni menos: una humanidad común. La palabra “compasión” toma su significado original. (En alemán significa literalmente "compartir el sufrimiento) No connota condescendencia o “lástima,” “la sonrisa lastimera,” sino una empatía real, cuando el sufrimiento de otros se vuelve real. 

Nachtwey consigue ver cosas en nombre de ambos lados de la humanidad, las víctimas y los espectadores, porque este trabajo no es directamente CONTRA algo, contra la guerra, la violencia arbitraria, injusticia o inequidad, es sobretodo, un intento PARA (y dedicado a) las personas que él encuentra en la guerra y que sufren, así como para nosotros. 

Temo que la palabra que voy a utilizar es anticuada, y es probablemente difícil de traducir. Este hombre es un “Menschenfreund,” un amante de la humanidad, y por lo tanto un enemigo de la guerra. 

Y cuando se dirige al corazón de la guerra lo hace en nombre de nosotros, con el objetivo de forzarnos a mirar de cerca, pero también en nombre de las víctimas, como testigos que quieren testificar a su favor  y desmentir la guerra y su propaganda. 

Tal vez James Nachtwey no es sólo un fotógrafo, sino también tiene un montón de profesiones. 

Es también sociólogo que no solo registra diligentemente el fenómeno y los síntomas sino que quiere entender que los causa; un predicador que sabe que consolar no es dar consuelo, sino estar ahí para alguien más; un arqueólogo que no sólo se da prisa por desenterrar cosas de la tierra sino descubre cuidadosamente piedra por piedra; un poeta que sabe que no debe nombrar las cosa de manera simple sino invocarlas en el lector: un filósofo que insita a las personas a pensar por sí mismas en vez de ser auto-regulador de su pensamiento; un profesor que recibe respeto porque respeta a todos, incluyéndose a sí mismo; un jardinero que sabe que tiene que ir a las raíces cuando quiere sacar las malas yerbas; un cirujano que sabe no sólo operar las fracturas sino que sabe lidiar con el trauma interno. 

En conclusión: un hombre que es capaz de ver la vida y la muerte en el ojo, no porque tenga más coraje que nosotros sino porque se deja ser llevado por todos aquellos por quienes lo hace. 

Y porque James Nachtwey es todo eso, porque nunca ha parado de creer que hay una razón tras su trabajo, porque nunca ha parado de creer que sus imágenes tienen efectos posibles, únicamente si el ojo y el corazón detrás de ellas tienen una fé inquebrantable y sean capaces de compasión. 

Por todas esas razones y muchas más debemos dejar de llamarle “fotógrafo de guerra.” En vez de eso, hay que mirarlo como un hombre cuyo anhelo de paz le hace ir a la guerra, y ama lo que hace aún con más pasión. 

No puedo pensar en nadie mejor que merezca este premio, en esta ciudad de Dresden más que James Nachtwey.

Wim Wenders

Feb. 11, 2012