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| Fotografía: Greg Marinovich - Soweto (Sudáfrica), septiembre 15 1990 |
Estaba en Soweto cuando vi a un hombre siendo atacado por combatientes del ANC. El mes anterior, había visto a un joven golpeado hasta morir, mi primera experiencia de violecia real, y no me había sacudido el sentimiento de culpa al no haber hecho nada para detenerlo. "Sin fotos" me gritó alguien. Les dije que pararía de hacer fotos si ellos paraban de matarlo. No lo hicieron. Mientras que el hombre era encendido en fuego, empezó a correr. Estaba encuadrando la fotos cuando un hombre sin camisa llegó y clavó un machete en la cabeza de ese hombre. Traté de no oler la carne quemada y tomar algunas otras fotos, pero lo perdía y la multitud podía volverse contra mí en cualquier momento. La víctima gimió en voz baja, una voz se lamentaba mientras me iba. Fui a mi carro y, una vez volteé la esquina, empecé a gritar. No era solo un periodista o un ser humano, se es la mezcla de los dos, y tratar de separarlos es muy complicado. A menudo me siento culpable por mi fotos. Trabajé en Sudáfrica por años y me dispararon tres veces. La cuarta herida y la final, en Afganistán en 1999, no fue la peor, pero decidí que era suficiente. Buscaba asentarme. Diecinueve meses después conocí a mi esposa.
