El cuidado en exceso puede ser un riesgo laboral para los periodistas en zonas de guerra o desastre. El mantra de los grandes medios es la objetividad, no la defensa. Además, la atención de los medios sigue cambiando, mientras las víctimas siguen sufriendo. Se mueve con ello o se queda detrás.
El fotoperiodista Kikujiro Fukushima ha sido cuidadoso y ha permanecido así por seis décadas de vida profesional, así como implacablemente expone lo que el llama "Japón de mentiras" es cerca de 250.000 fotografías, muchas de ellas de lugares peligrosos, y algunas con consecuencias violentas para quien las toma.
En el contundente documental de Saburo Hasegawa "Nippon no Uso: Hodo Shashinka Fukushima Kikujiro 90-sai (Japan Lies)," Fukushima de 90 años, todavía permanece alerta, ágil y aún se enfrenta a la autoridad. En los 20 kms de la zona de exclusión alrededor de la planta nuclear de Fukushima, él toma fotos de los guardias de seguridad y sus barreras con disparos muy rápidos y la agilidad de alguien décadas más joven. La fotografía para él es un acto de testimonio, un acto que está profundamente arraigado en el sentido de la vista en sí mismo.
Como muchos de su generación, Fukushima perdió la confianza en las verdades oficiales en las ruínas de la II Guerra Mundial. Nativo de la Prefectura de Yamaguchi, creció anhelando morir de manera gloriosa por el emperador y en los últimos días de la guerra entrenó para volar los tanques enemigos y a él con ellos. Por poco escapó de la bomba atómica en Hiroshima cuando su unidad fue transferida de la ciudad una semana antes del estallido, pero por esa época su entusiasmo por la auto-inmolación había desaparecido.
Después de la guerra, Fukushima tomó la relojería como sustento, mientras ayudaba a viudas de la guerra y en orfanatos como voluntario. Con la meta de usar su nuevo hobby, la fotografía, para recaudar dinero para ellos, llevó a cabo su primera exposición fotográfica en 1947. Este trabajo lo llevó en 1951 a conocer a Sugimatsu Nakamura, un hibakusha (víctima de la bomba) de Hiroshima que luchaba por criar seis niños solo mientras sufría por las dolencias de los alimentos radiactivos. Con el coraje de Nakamura, Fukushima tomó cientos de cándidas fotografías de él y su familia. En 1960 montó una exhibición de estas fotos, que de manera honesta impresionaron a los espectadores y lanzó a Fukushima como fotógrafo profesional.
En las siguientes dos décadas, Fukushima registró las convulsiones de la era, incluyendo protestas en contra del involucramiento de Japón en la Guerra de Vietnam y la oposición de los granjeros por la construcción del Aeropuerto Internacional de Narita. También continuó documentando la situación de los hibakusha, enfocándose en los coreanos y miembros de otros grupos marginados en una sección de Hiroshima conocida como el "barrio marginal de la bomba atómica."
En los primeros años de la década de 1980, mientras Japón crecía prospera y conservativa, mientras contaminaba descuidadamente las tierras y el agua, Fukushima decidió renunciar a la fotografía y vivir con una joven mujer en una isla desierta. Este idilio solo duró tres años y en 1989, después de la muerte del bête noir de Fukushima, el Emperador Showa, de la misma enfermedad, montó una exhibición titulada "La responsabilidad del Emperador en la guerra" que viajó a 162 lugares alrededor de Japón.
Hoy Fukushima vive modestamente en un pequeño apartamento en Yamaguchi con su perro, rehusándose al apoyo de sus hijos y el estado. "¿Realmente cree que puedo recibir dinero del estado cuando estoy luchando?" pregunta retóricamente.
Hasegawa cuenta la historia de Fukushima con copioso uso de sus fotografías, todas a blanco y negro, que captura momentos de verdad -sin artificio técnico. (Fukushima es autodidacta, lo que no ha ayudado a su reputación entre la élite fotográfica.) El actor Ren Osugi lee extractos de los escritos de Fukushima, aunque la voz principal es del mismo Fukushima. A pesar de los achaques de la edad, despliega una gran memoria, inteligencia aguda y voluntad inflexible.
Viendo a Fukushima pasear a su perro, comprar comida (su presupuesto diario es de ¥1,000) y por otra parte llevar una vida normal -que ya no es tan normal para muchos de su edad- empiezo a admirarlo no solo por su dedicación a su misión fotográfica, sino por su brío ante la cara de su más férreo oponente: el tiempo. Puede que no haya vencido a sus enemigos humanos -muchos de los crímenes que han cometido son prácticamente desconocidos por los jóvenes de hoy- pero con la indignación como su combustible, parece más probable que los sobrevivirá.
Tráiler:
"Para un fotógrafo, no importa si usted está contra la ley" (0:10)
"Quiero despertar lo que permanece oculto." (0:38)
"Es nuestro trabajo fotografiar, así que, uh, ¡lo siento!" (1:26)
↬ JTimes