- Yuri Kozyrev, My Year On Revolution Road
"Es único que haya podido cubrir todos las insurrecciones y revoluciones durante este año. Soy afortunado - es increíblemente complicado entender donde se necesita ir cuando se está en el terreno, y fui muy afortunado de haber tenido ayuda. Las protestas estaban muy avanzadas cuando llegué a la Plaza Tahrir a finales de enero, y su tamaño y su alcance me quitaron el aliento: en dos décadas de cubrir el Medio Oriente, no me había encontrado con algo como esto. Hubo una enorme batalla entre los aliados pro-gobierno y los revolucionarios. Algunos periodistas fueron golpeados. Algunos perdieron sus cámaras. Me echaron, pero me las arreglé para volver a la mañana siguiente. Vi muchas familias -no solo jóvenes hombres revolucionarios- y todo el mundo ayudaba al otro, rezando juntos. Fue un gran momento. Todos esperaban que Mubarak tomara la decisión correcta, y de repente sucedió. Y fue emocional: personas llorando, arengando, gritando...fue increíble. A la mañana siguiente, había terminado. El ejército había echado a todo el mundo. No fueron amigables -había un sentimiento de "lograron lo que querían. Ahora, lárguense." De todas las revoluciones que he cubirto, Egipto fue la más especial.
El estado de ánimo en la Plaza de la Perla en Bahrain era diferente al de la Plaza Tahrir. En los primeros días, vi hombres en túnicas blancas acercarse a la policía con flores, ofreciendo paz: la respuesta fue gas lacrimógeno y más rondas. Había una gran diferencia entre este ejército y el ejército egipcio. Personas de Bahrain -no había forma de que ellos pudieran hablar al ejército que había llegado de Arabia Saudita. No había forma que yo llegara a la Plaza de la Perla, entonces unos pocos periodistas y yo observamos que pasaba desde el hotel. Había un solo hospital a donde todos los protestantes llegaban. Y entonces los doctores hicieron algo increíble. No todos apoyaban a los manifestantes, pero les dieron refugio en el hospital y salvaron muchas vidas. Tuve la oportunidad de volver a Nahrain después de que demolieron la Plaza de la Perla, y otra vez hace unas semanas, y vi jóvenes que perdieron algún ojo por las balas de plástico. Era tan triste, y solo vi a algunos de ellos. Sé que habían muchos más.
En Yemen, era muy diferente. Allí no había Facebook. La Plaza Change todavía estaba llena, pero el sentimiento de revolución era más religioso, más conservador. Había una frontera invisible para los manifestantes que estaban atrás, y el ejército dispararía a cualquiera que intentara cruzar esa línea. Vi mucha gente joven dispuesta a cruzar la línea, de camino a morir. Y alrededor de la Plaza Change, habían cientos de fotografías de personas que habían muerto. En Egipto, vi carteles de protestas y otras cosas, pero en Yemen, solo había fotos de rostros muy jóvenes. Aunque el Presidente Saleh abandonara o no el poder, la crisis política en Yemen permanecerá, no solo por su cultura tribal y topografía, sino también por su profunda pobreza, el gran analfabetismo y las tasas de natalidad, y la corrupción gubernamental profundamente arraigada.
Libia fue diferente porque fue más una guerra civil más que una revolución. Fue ahí que tomé una de mis fotos favoritas del año. Fue tomada en la frontera cerca a Ras Lanuf, Libia. Fue cerca a una fábrica de refinería de petróleo que era importante para ambos lados -tanto rebeldes como gobierno. Tomé esa foto el 11 de marzo, cuando las milicias de Gaddafi aún podían volar, y volaban alrededor descargando bombas a los rebeldes. Fue bastante miedoso para todos en la frontera- de repente, se podía escuchar el avión acercándose y las bombas golpeando sus objetivos. Esos hombres eran los shabab, jóvenes que no eran peleadores profesionales y no tenían armas o entrenamiento. No eran rebeldes, sino personas con muchas ganas de estar en el frente. Saltaban porque escuchaban los aviones acercarse, mientras corrían alrededor tratando de encontrar un lugar para esconderse, lo que era difícil porque todo era plano y expuesto. Puede ver en la foto que ninguno de ellos tiene armas -estaban asustados- y era una experiencia increíble estar ahí.
Más allá de estas cuatro revoluciones, también viajé a cubrir las protestas en Moscú, Grecia y Túnez. Llegué a la conclusión de que cada revolución debe ser evaluada en su propio contexto , porque cada una tiene un impacto diferente. El drama de cada revolución se desarrolló por separado. Cada una tuvo sus héroes, y sus propias crisis. Cada una, por ende, demanda su propia narrativa. Al final, las diferencias entre ellos pueden ser más importantes que sus similaridades. Y lo común a estas protestas es el número de jóvenes que realmente querían ofrecer cambios a sus países. Eso era lo más increíble. Tenemos una nueva generación de personas enfermas y cansadas de lo que sucede. Llámenla Revolución Jazmín, la Primavera Árabe o la Revolución de Facebook, existe un poderoso Sirocco flotando alrededor del mundo, y las personas jóvenes se dan cuenta que hay otra vida y que desean vivir diferente."