La hija de los bailarines Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1933 |
A menudo citado como uno de los fotógrafos más celebres de México, Manuel Álvarez Bravo, cuya vida transcurrió durante todo el siglo XX, capturó sin descanso la historia, la atmósfera social y geopolítica del país. Photographer on the Watch, una exhibición organizada por la Jeu de Paume en París, muestra imágenes nunca antes publicadas junto con las más reconocidas del maestro Álvarez Bravo, como La hija de los bailarines o Los agachados. Ambas, brindan nueva atención al trabajo del fotógrafo, quien murió en 2002, cuya prolífica producción no ha sido analizada por los críticos, pero si publicada en más de cien libros y exhibidas internacionalmente (El Museo J. Paul Getty en Los Ángeles realizó la retrospectiva más grande en 2001).
Después de la Revolución Mexicana que empezó en 1910, la carrera de Álvarez Bravo surgió durante un renacimiento creativo resultado de un paradigma en el ambiente político. Junto a los grandes levantamientos contra el entonces presidente mexicano Porfirio Díaz, vieron la luz revolucionarios políticos como Emiliano Zapata y Pancho Villa y algunos artistas significativos incluyendo a Diego Rivera se dieron a conocer. El trabajo de Álvarez, que evolucionó durante ese periodo, se dirigió a lo que curadores como Laura González Flores y Gerardo Mosquera identifican como "el abandono gradual de la vida rural y las costumbres tradicionales, el surgimiento de una cultura pos-revolucionaria con influencias internacionales y la adopción de una cultura moderna relacionada con la vorágine urbana" del país.
Tal vez lo más notable de la carrera de Álvarez Bravo fue su amplitud de enfoques, que atravesaban el modernismo (como Edward Weston, su amigo personal) con fotógrafos formalistas de formas abstractas, antes de pasar a abordar los motivos reconocibles. Las personas, cosas y objetos, por ejemplo, una oveja caída sobre una acera, son mostradas en lugares reales pero capturadas en una perspectiva que eleva el propósito y el significado de la fotografía, más allá de la pura documentación (como Eugène Atger).
Aunque considerado dentro del movimiento surrealista, las imágenes de Álvarez Bravo no son exclusivamente surrealistas en el significado denotativo; sus lentes capturaron las cualidades míticas y extrañas de las cosas que existen tangiblemente, como en una óptica adheridas con ilustraciones del ojo, como se ve en Parábola óptica, que evoca el trabajo de los surrealistas puros.
La carrera de Álvarez Bravo es una de las que puede ser fácilmente vista como una historia de trabajo incansable, llena de intentos laboriosos y experimentación devota, dando lugar a icónicas piezas maestras. Como mencionó Gerardo Mosquera en un ensayo dentro del catálogo de la exhibición: "mientras [Henri] Cartier-Bresson se apoderó del "momento decisivo", Álvarez Bravo atrapó los "momentos decisivos" un afirmación que captura no solo la dedicación a la práctica de Álvarez Bravo sino también su habilidad de componer y crear fotografías muy a propósito saturadas con complejidad poética.
Archivo Manuel Álavarez Bravo, S.C.
Sobre la forma de dormir. Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1940 |
Mechón de pelo Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1945 |
Vistiendo una capucha, la operación Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1935 |
Ondas de papel Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1928 |
Tríptico de cemento 2 Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1929 |
Ejercicio para una cámara enfocada Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1943 |
Bicicleta en el cielo Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1931 |
Los agazapados Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1934 |
Parábola óptica Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1931 |
Retrato desagradable Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1945 |
Castillo en el Barrio del Niño Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1990 |
Para la lana de las ovejas Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1932 |
El gran penitente Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1954 |
Amantes de la Luna falsa Fotografía: Manuel Álvarez Bravo - 1967 |
↬ LBox