marzo 31, 2013

ENTREVISTA A GERVASIO SÁNCHEZ

Gervasio Sánchez

Gervasio Sánchez (España, 1959) carga con la herencia de algunas de las mentes más sobresalientes de nuestro tiempo puestas al servicio de la causa humana. Las palabras de la escritora Doris Lessing y del sobresaliente periodista Richard Kapuscinski perviven en la lucha de este extraordinario fotoperiodista que es Gervasio Sánchez.

Sus imágenes son verdades desnudas y su pluma una afilada lanza que Gervasio hunde, con férrea convicción, en el corazón indolente del totalitarismo y del cinismo político.

P: Me gustaría empezar esta entrevista hablando de tu idiosincrasia. La contundencia con la que arremetes contra la clase política es indisociable de tu frontalidad al fotografiar las devastadoras consecuencias de la guerra. ¿Qué te impulsó a emprender este camino como fotoperiodista?

Gervasio Sánchez: Empecé a colaborar con organizaciones humanitarias, como Amnistía Internacional, en temas de derechos humanos cuando estudiaba periodismo en Barcelona. Mis primeros trabajos tienen que ver con la violación de los derechos humanos. Estuve tres meses en chile y allí hice entrevistas a familiares de desaparecidos. A través de estos primeros trabajos me di cuenta que la brutalidad de los conflictos armados era un importante tema a desarrollar para un periodista.

P: ¿Estos primeros trabajos eran estrictamente periodísticos, o ya entraste desde el principio dentro del mundo del fotoperiodismo?

GS: Desde mis primeros viajes yo empecé a hacer fotos, aunque tengo que reconocer que eran muy malas, puesto que nunca hice un curso de fotografía. De hecho, a pesar de que trabajo con cámaras analógicas y película en blanco y negro, ni siquiera se revelar.

Aprendí sobre el terreno, viendo trabajar a grandes profesionales, como se movían y buscaban sus fotos. Tuve la gran suerte de poder estar en contacto con grandes fotógrafos, como Gilles Peress, a los que pude mostrar mi trabajo y aprender de sus críticas, criticas que en ocasiones fueron muy duras, y con toda la razón. Hacer malas fotos y muchas veces volver a insistir sobre el terreno, esa ha sido mi escuela.

P: Como profesional de la información, has sido testigo de los conflictos más descarnados de nuestra historia reciente. Como ser humano tu compromiso ha estado con las víctimas, y con tus imágenes has hecho visible su causa y su dignidad. ¿Cuál es el lugar desde donde debería mirar el fotoperiodista?. Dicho de otro modo ¿cuál es su papel en un conflicto: testigo, héroe, defensor del más débil...?

GS: La primera víctima de una guerra es la verdad, y en este contexto el fotoperiodista intenta estar lo más cerca posible de la verdad. Yo he llegado a la conclusión de que la única verdad incuestionable de un conflicto son las víctimas, por eso creo que estar cerca de las víctimas es estar cerca de la verdad. Ellos representan el drama directo y el dolor, y muchas veces ni siquiera saben las razones por las que su país está la guerra. A menudo he encontrado soldados que no sabían porque estaban luchando.

Se pueden contar las cosas de muchas maneras, pero un fotoperiodista necesita tener la seguridad de que lo que está fotografiando es parte de lo que está ocurriendo, que forma parte del hecho histórico. En definitiva, que es parte de la verdad.

Por esta razón lo que yo hago es aliarme con las víctimas, de este modo ellos están representados y yo trabajo con la consciencia tranquila.

P: ¿Es el periodismo el medio más adecuado para defender a los débiles y frenar las injusticias?

GS: El periodismo es tan importante para una sociedad como la educación y la sanidad. La pregunta es ¿dónde está este periodismo?, ¿los medios muestran este periodismo?. En los medios cada vez brillan más por su ausencia los dramas humanos. Están llenos de babosadas, de entrevistas promocionales a políticos, a cantantes de moda, de la venta de todo tipo de cosas durante los fines de semana...

Yo creo en el periodismo, y lo que hago es periodismo, no periodismo comprometido o periodismo de denuncia..., si hay que poner una etiqueta al periodismo, es porque algo está fallando, porque se ha hecho necesario diferenciarlo de otro tipo de periodismo.

No es raro, ni casual que seamos la cuarta profesión más denostada por parte de los ciudadanos, después de la política. Los medios de comunicación deberían tener espacio para mostrar los dramas humanos y las consecuencias de los conflictos.

Cuando yo presento una exposición nunca me olvido de la prensa. Sé que el dominical de un periódico lo abrirán 2 millones de personas, mientras que una exposición se puede considerar un éxito si la visitan 15.000 personas.

P: El debate en torno a la situación del fotoperiodismo pone de manifiesto la grave desinformación que sufrimos los ciudadanos, pero ¿hasta qué punto somos los propios ciudadanos responsables de esta situación?, ¿nos falta sentido crítico para distinguir el color de la prensa que leemos?

GS: Es un error por parte de la mayoría de los ciudadanos, sino por todos, creer que la democracia es elegir cada cuatro años a nuestros representantes. La democracia debería ser ejercida diariamente.

La elección de un candidato no es un cheque en blanco. No podemos sentirnos satisfechos con ejercer nuestro derecho al voto cada cuatro años. La actitud de los ciudadanos debería ser poner en entredicho a los políticos constantemente, por el incumplimiento permanente de sus promesas, cuestionarlo todo.

Es importante, incluso para nuestro equilibrio emocional, cuestionar todo lo que sucede en la escena política. No deberíamos conformarnos con dar nuestro apoyo a un gobierno, aunque sea malo porque la alternativa es peor. Si jugamos a bajar el listón de la calidad de vida política, tendremos cada vez una peor calidad de la vida política. Solo hay que fijarse en los políticos que tenemos hoy en España y en Europa. Los políticos de hace treinta años eran auténticos maestros de la política si los comparamos con los que tenemos hoy en día. Muchos políticos no saben expresarse, tiene muy poca formación política, muy poca formación literaria y, por supuesto, muy poca formación histórica.

La falta de implicación de los ciudadanos en los problemas sociales es muy preocupante. Es por esta falta de interés que temas como la venta de armas no aparece nunca ni en las encuestas, ni en los debates, ni en la agenda política, aunque tiene mucha más importancia que la que le otorga la ciudadanía.

Las guerras se hacen con armas, algunas con armas españolas, y los conflictos armados provocan un drama humano de enormes proporciones que obliga a la población civil a huir de sus países para poder sobrevivir.

P: Me llama la atención la desmitificación que suele hacerse del fotoperiodista actual, contrapuesto a las heroicas figuras de fotógrafos como Robert Capa. Pero las Guerras a las que dio cobertura el legendario fotógrafo fueron distintas a las guerras de hoy. ¿Qué ha cambiado en los enfrentamientos bélicos?

GS: Capa fue un fotoperiodista de gran importancia dentro de la historia de la fotografía, a pesar de que se ha amplificado mucho su historia. En realidad Capa paso menos tiempo en la guerra que cualquier fotógrafo de 35 años que lleve 10 años en la profesión. Él inventó su propio personaje, probablemente para vender mejor sus fotos. Algo que me parece admirable, si yo hubiese hecho lo mismo me hubiera venido muy bien cuando era joven.

Yo creo que las guerras de los años treinta eran tan peligrosas como las actuales, y hay un gran número de fotógrafos menos conocidos que hicieron igualmente un gran trabajo en aquellos conflictos. El propio Capa, en Sicilia, salto con los paracaidistas vestido de militar, con lo cual ya no había diferencia aparente entre un soldado y él.

Siempre ha sido muy difícil cubrir un conflicto armado, y la prueba es la interminable lista de periodistas y fotógrafos muertos. Lo que sí es cierto es que mueren muchísimos más periodistas locales que extranjeros. Los periodistas locales hacen un gran trabajo sobre el terreno y pagan un precio muy alto por ello.

P: Grupos radicales autofinanciados, guerrillas, mafias... Productos de las luchas de poder de los países más poderosos, son ahora los nuevos enemigos del modelo democrático occidental. ¿Combatirlos significa transgredir los principios de libertad en los que se sustenta nuestra sociedad?.

GS: Yo no pondría a todo el mundo en un mismo paquete. De hecho las guerrillas en América Latina han surgido por motivos diversos, y su comportamiento bélico ha sido más decente en unos caso que en otros. Del mismo modo, tampoco se puede poner en el mismo saco a todos los grupos armados que hay en Irak. Hay grupos armados puramente terroristas y grupos que luchan porque ven la intervención norteamericana como una agresión a su patria.

Cuando he tenido la ocasión de hablar con guerrilleros, he intentado hacerles ver que es un error utilizar el terrorismo, que en la guerra hay unas reglas que deben ser respetadas, incluso por los grupos irregulares. Un grupo armado busca el efecto más dañino y es evidente que el eslabón más débil en una guerra es la población civil, los políticos y los militares están blindados.

Los conflictos internacionales que hay en el mundo, especialmente en oriente medio, ha provocado que grupos que hace 20 años luchaban con piedras hoy luchen con bombas, habría que preguntarse porque esto ha pasado, quien ha permitido que esto ocurriese.

P: ¿Será el terrorismo una lucha sin victoria?

GS: La situación de alarma terrorista permanente, a veces por razones claras, otras porque es una forma de justificar algunas leyes y decisiones políticas, es muy preocupante. Se está coartando las libertades individuales, y provocando situaciones desastrosas, como es el caso de los aeropuertos, donde te maltratan, muchas veces de forma aleatoria e injustificada, únicamente por tener una actitud o aspecto determinado.

Es un problema que también afecta a la prensa, cada vez hay más amenazas por publicar algunos trabajos o por tratar la información de una determinada manera.

No obstante, incluso los hechos terroristas más brutales responden a unas causas, si no se intenta solucionar las causas, va a ser muy difícil acabar con las situaciones de violencia.

Los grupos armados del territorio palestino abandonaron el terrorismo en los setenta, se enfrentaron a la ocupación con piedras en los ochenta y, desde mediados de los noventa, han vuelto a utilizar el terrorismo. Quizás tendríamos que preguntarnos que es lo que está pasando en una zona donde, después de 50 años, sigue habiendo el mismo nivel de violencia. Porqué no hay interés en solucionar el problema, o si hay determinados grupos o gobiernos que no quieren solucionarlo.

P: Guerras sin bajas militares, es la fórmula política para que nuestra sociedad acomodada siga disfrutando de su despreocupado hedonismo, sin que la muerte de soldados pesen en la conciencia colectiva. Pero una guerra tecnificada, implica la masacre de la población civil y terribles pérdidas en infraestructuras. ¿No será el terrorismo radical un modo de buscar compensaciones a la devastadora intervención militar que se ha hecho en países como Irak?

GS: Imponer el terror, es siempre condenable. No hay que olvidar que también existe el terrorismo de estado y que también se ejerce.

Cuando un país, como Estados Unidos, invade otro país, como Irak, para facilitar su buena imagen, y no solo para derrocar a su máximo responsable, Sadam Husein, destruye las instituciones y las infraestructuras del país, desautoriza a las fuerzas militares y a la policía del país, permite los saqueos, permite el descontrol. En definitiva, permite la lamentable situación que se creó en el 2003, y provoca un vacío de poder. Lo que puede pasar es que de ese vacío de poder nazcan grupos insurgentes, unos dispuestos a disparar, y otros dispuestos a hacer terrorismo.

Todo lo que ha ocurrido en Irak desde el 2003, ha sido parte de un plan por parte de Estados Unidos que ha fracasado totalmente. Y ante este fracaso y la incapacidad de entender la historia del país, se está produciendo una situación rocambolesca.

Ahora mismo, los propios americanos están intentando negociar con los grupos terroristas, intentando diferenciar unos grupos armados de otros, para formar coaliciones y aislar a los grupos más letales. Es el resultado de una guerra totalmente absurda y de una planificación de la post-guerra irakí, que personalmente conozco muy bien, desastrosa en todos los sentidos.

Mediante la información que se difunde, uno puede llegar a pensar que hoy hay menos muertos en Irak y que finalmente el plan de pacificación americano está triunfando. Nada más lejos de la realidad. Hay menos soldados muertos porque salen menos a la calle, y hay menos civiles muertos por la limpieza étnica que se ha hecho. Hay barrios enteros en Bagdad que antes eran multiétnicos y que hoy pertenecen a una sola etnia. Los ciudadanos de otros grupos religiosos han huido o los han matado.

P: Llevas años luchando, dentro y fuera de nuestras fronteras, contra la hipocresía y el cinismo de la clase política. A las puertas de las elecciones legislativas, ¿crees que hoy estamos más cerca del final de la fabricación de armas en España?.

GS: Este gobierno, que nació contra la guerra, la de Irak, no solo no ha dejado de fabricar armas, sino que ha duplicado la venta de armas, incluidas las bombas de racimo, tan letales y antidemocráticas como las minas. Incluso se están exportando armas a países con conflictos internos o vecinales, como Colombia y Venezuela, países entre los cuales se cuenta más de un desliz histórico.

Es evidente que el gobierno no es sensible a este tema, porque la opinión pública tampoco lo es. Si los ciudadanos no somos receptivos a este tipo de tragedia y entendemos la importancia de que un país como el nuestro no esté metido en el mercadeo de armas, hay pocas posibilidades que este tema pase a formar parte de la agenda de nuestros políticos.

P: Has dejado oír tu voz crítica ante esta vergonzosa actitud que han tomado, sin excepción, los distintos gobiernos que se han sucedido en España. ¿Has podido recoger algún tipo de reacción por parte de la clase política? 

GS: Los políticos son muy listos, o por lo menos sus asesores. Si declaro públicamente que es una vergüenza que este gobierno socialista, que nació contra la guerra, haya duplicado la venta de armas, saben que responder abrirá un debate, así que su actitud es no entrar en este debate, y así consiguen minimizar la repercusión mediática.

Lo que he advertido de los políticos es que no están acostumbrados a que les digan las cosas claramente. Y en algunos casos su reacción es sorprendentemente receptiva e incluso positiva.

En mi visita al parlamento, ataqué muy duramente a Federico Trillo, por aquel entonces presidente del Congreso. Más tarde él recordó en una entrevista como le saqué los colores en aquella ocasión.

A veces en los sectores conservadores hay gente muy influenciada por la iglesia, gente que cree en la función social de la iglesia, y pueden llegar a ser más sensibles y receptivos a determinados temas que otros políticos del sector más progresista. Es vergonzoso que personas de línea más izquierdista, se comporten más miserablemente que otras que supuestamente por ideología podrían adoptar una actitud más cínica.

Yo soy poco dado a criticar a los políticos por su militancia, prefiero esperar a ver que hacen y criticarlos después.

P: Vidas minadas, 168 millones de minas plantadas en 78 países. Tus imágenes son el testimonio de sus terribles consecuencias. ¿que ha representado esta lucha en tu trabajo y en tu vida?

GS: La relación que he establecido con las víctimas es muy cercana, en algunos casos más que en otros. Empezó en el año 1995, en un momento de mi vida en la que yo tenía todavía una visión romántica del periodismo. Creo que la historia ha ido creciendo y 10 años después tiene cada vez más fuerza, porque son historias que empezaron con un buen soporte.

P: ¿Qué secuelas te han dejado a ti las minas anti-persona?

GS: No soy partidario de hablar de lo que me afecta mi trabajo...

No me gusta porque me da la sensación que algunos periodistas tienen tendencia a hablar más de sí mismos que de las cosas que ocurren. Helder Cámara, conocido obispo brasileño partidario de la no violencia, decía en una entrevista: “las personas que trabajan en contacto con el sufrimiento acaban siempre preñadas de dolor?. Yo estoy muy de acuerdo con esta definición, y me sirvo de ella a menudo. Siempre he pensado que el día que deje de sentir lo que estoy haciendo, abandonaré el periodismo. No quiero acomodarme, ni convertirme en un viejo cínico, como tanta gente que he conocido, algunos ya muertos, quien sabe si en un intento de disfrazar sus propias angustias.

Cuando llevas muchos años viendo día tras día, como la gente sufre, como la gente muere, como las promesas se incumplen, como las mentidas se agolpan, como todo se convierte en un espectáculo y los medios usan a las víctimas para usar y tirar...es algo que desmoraliza muchísimo y se hace necesario buscar el propio equilibrio. En mi caso, cuando tengo la posibilidad de decir las cosas públicamente las digo, y así logro un poco de compensación anímica.

P: En la emotiva presentación en Barcelona de tu libro “Vidas Minadas. 10 años Después? tuvimos el privilegio de escuchar el testimonio esperanzador de algunas de las víctimas de minas anti-personas que has fotografiado a lo largo de estos 10 años. ¿Qué perspectiva se puede dibujar para la población civil en estos países, donde se convive con las minas y con sus secuelas?.

GS: Según los países. El acceso a prótesis gratuitas es casi un milagro en países como Camboya o Mozambique, es una situación gravísima. En estos países donde rige la ley del más fuerte, una persona mutilada se encuentra con muchas dificultades para poder sobrevivir, empezando por la imposibilidad de conseguir un trabajo.

En otros países, como Bosnia, donde los heridos por minas reciben una pensión, la situación es mejor. Pero en todo caso, ninguno de los protagonistas de “Vidas Minadas? tiene una vida fácil, ni mucho menos, tienen una vida muy dura.

P: ¿Seguirá tu lucha?. ¿Habrá un “Vidas Minada. 20 Años Después?

GS: Por supuesto. Este trabajo me ha enfrentado con historias durísimas que empezaron de forma muy dramática y creo que no tendría ningún sentido abandonarlo. Ahora van a empezar a pasar cosas distintas en las vidas de estos chicos: se están casando, tendrán hijos.

Ellos van a seguir siendo víctimas de las minas toda su vida. Mi opinión es que podemos aprender más sobre los conflictos armados con este tipo de historias, con un recorrido largo en el tiempo, que con reportajes de actualidad o con cifras estadísticas.

Con Adis, por ejemplo, he ejercido de padre, he compartido su dolor, le he acompañado en las diversas operaciones a las que se ha sometido y me gustaría estar presente el día que nazca su primer hijo.

P: Muchísimas gracias Gervasio por brindarnos la oportunidad de ver a través de tus ojos estas historias llenas de dolor.

GS: Gracias a vosotros.

NKN