marzo 30, 2013

UNA DÉCADA DE GUERRA EN IRAK: LAS IMÁGENES QUE MÁS LOS CONMOVIERON - PARTE 3



Stanley Greene - Irak, marzo 31 2004
Nececitaba ir a Irak. Presioné para ello. Nadie pordía enviarme -y nadie me dejaba ir. La invasión sicedió sin mi, y pensé iba a perdérmela. De seguro, la guerra había terminado para George W. Bush. Pronto, se volvió claro para mí que tenía tiempo. Esta guerra estaba muy lejos de terminar, y peor, estábamos muy lejos de ganar. La tecnología falló al obtener una rápida y clara victoria y ahora hemos caído. Iba a hacerlo de la forma como ellos lo hicieron antes, durante la otra guerra sucia -fotografiarla con una Leicca. 
Quería cubrir Irak de la manera que mis héroes cubrieron Vietnam y Beirut. Teníamos que ir hasta Fallujah para encontrarnos con los insurgentes, para fotografiar el escondite de sus armas. En vez de eso me llevaron a un par de cuerpos calcinados: "Espías." Contratistas del mercado negro. Al ver esos cuerpos quemados me impresionó. De vuelta en el hotel, me senté y lloré. Había perdido algo ese día y sabía que no iba a recuperarlo. 


Maya Alleruzzo - Irak, abril 17 2004
Murió en el campo y llevaron su cuerpo directo a la morgue del Hospital de Combate en la Zona Verde donde estaba ese día. "Necesita ver esto," me susurro alguien. Era algo en su voz -no pregunté nada y solo lo seguí a la morgue. Dos médicos, un doctor y un capellán estaban ahí, en silencio al lado del cuerpo de un joven sargento que había muerto instantáneamente bajo fuego cerca a Bagdag. Pensé que debía preguntar si de verdad me estaba permitido estar ahí. Pensé que debía preguntar si a nadie le importaba. Pero nadie me dijo nada, entonces traté de estar en silencio y trabajar rápidamente. Ese mes -abril de 2004- fue la fecha con más muertes de estadounidenses desde la invasión. Estaban acostumbrados hasta ahora. Pero para ellos, parecía que cada muerte era un ritual solemne- lento, deliberado, casi tiernamente. 
No fue la gravedad de sus heridas lo que llamó mi atención -donde se suponía debía estar su rostro no había nada- fueron las cosas que sacaron de sus bolsillos. Había un tubo azul de Chapstick, una chequera, una cartera con un retrato del soldado con su familia. Finalmente, el médico, Scott Gillis le quitó el anillo de matrimonio, poniéndoselo en su dedo anular para guardarlo hasta que lo hubieran alistado y enviado a casa con su esposa, quien no debía saber en ese momento que era viuda. 


Muhammed Muheisen - Irak, abril 26 2004
Mirando esta foto diez años después, aún siento que fue ayer. Recuerdo el miedo que sentí cuando tomé esta foto y la emoción de cubrir mi primera guerra a los 22 años. 
Recuerdo una multitud llegando al sitio y varios sonidos de personas gritando y corriendo. El hombre sobre el hunvee gritaba Allahuakbar, Allahuakbar. También recuerdo el miedo de verme en el medio si llegaban las tropas de E.U. y empezaran a disparar para dispersar a la multitud. Por último, recuerdo la ira que vi en el rostro de este hombre al momento de verme y decidió perseguirme. Tuve que huir del sitio inmediatamente ya que los fotógrafos en ese momento solían ser atacados y secuestrados. 


Adrees Latif - Irak, mayo 23 2004
E.U. Volví de Irak en 2004 poco después de que 4 militares contratistas fueran emboscados y después colgados de un punte sobre el Eufrates. Esta vez estaría con soldados de E.U. responsables de monitorear el perímetro alrededor del Falluja. El moderno acto de periodistas junto con militares de E.U. era un concepto nuevo y pronto aprendí que en el campo mis cámaras y las fotos no eran vistas como aliados. En mayo 13 de 2004 un carro de nuestro convoy chocó contra un  Aparato Explisivo Improvisado (IED) y salí de nuestro hunvee para fotografiar los eventos. Mientras iba de camino hacia el impacto, un soldado se quedó a unos pocos pasos de mi lente. Me moví a la izuierda para evitar su presencia pero me siguió. La mirada en sus ojos y la expresión en su rostro hizo que bajara mi cámara y me alejara. Diez días después los soldados fueron emboscados en el mismo camino. Esta vez me quedé atrás y fotografié lo que pude. 


Robert King - Irak, junio 5 2004
Un soldado del Battery B, 3er Batallón, Campo de artillería 112, Guardia Nacional del ejército de Lawrence, N.J. llora al extraer el cuerpo del 1er Cav, Especialista del Ejército Ryan E. Doltz. Doltz murió junto con el Sargento Humberto Timoteo después de que un IED explotara bajo su carro durante una patrulla en la ciudad de Sadr. 
Esta foto fue tomada unos días después de que yo escapara de ser secuestrado en Fallujah. El secuestro y la amenaza de muerte fue una experiencia sobrecogedora que me afectó mental y físicamente. En vez de empacar y salir de ese teatro de la guerra, decidí quedarme y continuar trabajando. Al hacerlo fui capaz de lidiar con el impacto psicológico de una manera saludable y productiva. La foto aún me persigue, y a veces, miembros del Battery B, 3er Batallón, Campo de artillería 112, Guardia Nacional del Ejército, han llegado a agradecerme por mi trabajo. Ofrece un cierre a esta horrible tragedia donde héroes estadounidenses ofrecieron su último sacrificio por su país.


Moises Saman - Irak, julio 2004
Tomé esta fotografía un año después de la caída de Saddam Hussein. Conducía alrededor de un barrio en expansión de la ciudad de Sadr, conocida como la ciudad de Saddam, cuando en un callejón vi a un hombre joven tratar de domar a un hermoso caballo blanco. La escena era fascinante porque el animal parecía fuera de lugar. Recordando esto, la foto representa para mi la opulencia del reino de Saddam, y la lucha del pueblo iraquí para mantener un sentimiento de control con lo que quedó del antiguo régimen. 


Kael Alfrod - Irak, agosto 21 2004
Durante muchas semanas en julio y agosto de 2004, la milicia de Sadr y las fuerzas de E.U. se enfrentaban en una batalla campal en Navaj, Irak. La milicia de Sadr tomaron el control de la ciudad y radiaba a través de círculos concentricos desde el santuario del Imán Ali, el corazón simbólico del Islam shiita en Irak. Combatientes de todas las edades de todas partes del país, incluyendo algunos de Irán, se unieron a los fuerzas de E.U. Me las arreglé para cruzar el frente con un puñado de periodistas para cubrir la batalla desde la posición de los combatientes del Sadr y aprender su punto de vista en la batalla. 
En la frontera de medina, junto a los bulevares en el que los tanques estadounidenses merodeaban, los combatientes disparaban contra los tanques con armas pequeñas y cohetes de hombro, y luego se retiraban al laberinto de la ciudad antigua. Los francotiradores de ambos lados guardaban el frente. Fue ahí donde nos cruzamos con el cuerpo de este pobre hombre muerto la noche anterior por una bala de gran impacto en la cabeza. Un ciudadano de Najaf que vivía cerca cubrió el cuerpo del anciano con su propia capa, de algodón negro tradicional del sur de Irak. Fue un gesto conmovedor de respeto. No supimos la identidad del hombre y no pudimos confirmar cómo murió, aunque el hombre que cubrió su cuerpo dijo que había sido un francotirador estadounidense. 
La ironía de esa batalla en particular fue que incluso las fuerzas estadounidenses recibieron pocas bajas y fácilmente las armas de la milicia de Sadr con sus aviones de guerra, tanques y artillería pesada, en el momento de cese al fuego fue negociado, el movimiento Sadr, con su plataforma anti-E.U. reclamó una victoria moral al defender el santuario de las fuerzas de E.U. y mantenerlos a raya. Ganaron muchos seguidores políticos en el proceso. 


Luis Sinco - Irak, noviembre 2004
El soldado Lance Corp. James Blake Miller estuvo con el Batallón Primero de la Marina, Regimiento 8, durante el asalto al bastión insurgente de Fallujah. Su vida fue alterada en el crisol de la batalla. Sicui y cansado, encendió un cigarrillo.
Los árabes tienen dos dichos: "Insha´Allah" (Buena voluntad) y "Maktub" (Está escrito). Algún día, en el medio, podamos encontrar la verdad.


Andrea Bruce - Irak, 2004
Vestidas con abayas negras, más de 500 mujeres, la mayoría viudas, marcharon en la ciudad de Sadr en contra de la violencia que plagaba su barrio y país. Las bombas suicidas y las tumbas masivas eran común. Las personas desaparecía. Aún así, los iraquíes encontraron una nueva libertad para protestar. Pero una protesta liderada por mujeres, vociferanco su odio por toda la violencia causada por todos los frentes, era rara. Sus cantos eran feroces y con ira. Después la celebración. Después agotadas. Como si descubrieran sus voces y las usaran les hiciera ver el costo mucho más claro.


Ashley Gilbertson - Irak, noviembre 13 2004
De todas las imágenes que hice en los seis años que pasé trabajando en Irak, esta es la fotografía que mejor representa mi experiencia de guerra. La naturaleza anónima de la foto habla de cómo peleamos la guerra. La sombra del soldado sobre la pared es apenas un símbolo: de la fuerza estadounidense y las políticas hechas en Washingtown e implementadas en el Medio Oriente. Cuando los insurgentes mataban fuezas de E.U, no trataban de matar a Demarkus Brown, un hombre joven de una pequeña ciudad que sus padres amaban más que a nadie en el mundo. Esperaban matar el símbolo, dañar los ideales estadounidenses. Cuando el ejército de E.U. pelea contra el enemigo, se convierten en eso: el enemigo. Apuntando a través de sus lentes de hierr, un soldado no está viendo a Mohammad Rezzaq, un padre con 4 hijos que lo esperan en casa, solo ve a AQI (Al Qaeda en Irak) o un combatiente del ejército Mahdi. Al personalizar la guerra se hace más difícil halar el gatillo y tal vez imposible hacer la guerra a gran escala. La representación del "otro" anónimo es cómo nos ofrecemos a la pelea. 


Lyndsey Addario - Irak, noviembre 2004
En noviembre de 2004, un reportero y yo logramos acceso sin precedentes al hospital teatro en Balad, donde docenas de tropas estadounidenses eran tratadas mientras salían a la batalla durante el cerco a Fallujah. Por cindo días, fotografié jóvenes y viriles hombres estadounidenses en el área de emergencia, en varios estados de conciencia y con todo tipo de heridas. Eran tratados por el equipo médico que apenas comía o dormía, y muchos fueron trasladados a la base estadounidense en Ramstein, Alemania para tratamientos más avanzados. En Balad, improvisaban: buses escolares amarillos eran usados para trasportar a los heridos y aviones de carga fueron convertidos en hospitales en vuelo, cargando con heridos en camillas atadas al piso del avión. 


Ed Kashi - E.U., enero 17 2005
Después de cuatro viajes a irak para cubrir la invasión y las consecuencias del conflicto entre marzo de 2003 y abril de 2004, me dí cuenta de la necesidad e importancia de contar la historia de las tropas estadounidenses volviendo heridas de la guerra. Se habían sacrificado físicamente y destrozado mentalmente por esta nueva clase de guerra y conflicto asimétrico, peleando con un enemigo escondido y siempre al acecho en las sombras. Me comprometí al punto de documentar la situación de veteranos volviendo de Irak. Uno de los personajes que fotografié fue BJ Jackson, en la foto en su cama con sus dos hijas en casa. Tuve la oportunidad de conocer a BJ y a su familia cuando estaba en recuperación en el Centro Médico del Ejército Brooke en San Antonio, Texas. Esta foto fue hecha un años después en su casa en Des Moines, Iowa. 


Chris Hondros - Irak, enero 2005
Lo siguiente es un extracto escrito por Chris Hondros sobre su fotografía. El escrito fue tomado de su computador portatil después de morir en una asignación en Libia. 

A las seis en Tal Afar, no está oscuro todavía. La oscuridad se cernía sobre los caminos y callejones con solo la luz azul del cielo. Nadie estaba afuera. Mientras caminabamos hacia el bulevar, en la distancia pudimos ver un carro hacia nosotros. Con todo los carros bombas en Irak, grupos de soldados estaban entendiblemente nerviosos sobre cualquier carro que se les aproximara, y no permitían carros particulares pasaran el perímetro de sus patrullas de pie, particularmente de noche. "Vimos un carro venir" dijo alguien, mientras entrábamos a la intersección. Pudimos ver el carro a unos 100 metros pero dudo que pudiera vernos -era difícil ver a este grupo de hombres camuflados de negro en la penumbra. En seguida sentí algo malo, por eso me moví a un lado del camino, fuera de la línea de fuego de alguien. El carro siguió acercándose; no pude ver a nadie de mi equipo pro pude escuchar el motor, un zumbido alto que sonaba más a acelerar que a reducir la velocidad. Estaba a unos 47 metros.
"¡Paren el carro!" gritó alguien, al parecer al mismo tiempo que alguien disparaba como señal de advertencia -intermitentemente. El carro siguió aproximándose. Y entonces tal vez menos de un segundo después una cacofonía de fuego, un recital de disparos en un estruendo caótico. Miré con silencio atónito. Los soldados empezaron a aproximarse con cuidado. El sonido de un niño llorando llegó desde el carro, y mi peor miedo se hizo en instantes realidad. Caminé hacia el carro y una adolescente cubriéndose la cabeza llegó desde atrás, gimiendo y gesticulando. Después de ella llegó un niño, cayendo al suelo desde el asiento, dejando una charco de sangre.
"¡Civiles!" gritó alguien, junto con una corriente de insultos, y los soldados corrieron. Más niños -que resultaron ser seis- empezaron a salir, llorando, sus caras manchadas de sangre. Las tropas los llevaron a un lado del camino. En ese momento estaba completamente oscuro. Ahí, trabajando solo con las luces de sus rifles, un médico de la Aramada empezó a evaluar las heridas de los niños, llevando sus manos hacia arriba y hacia abajo de los cuerpos de los niños como si los registrara, buscando heridas. Increíblemente, la única herida era una niña con una mano cortada y un niño con  una herida en su espalda que sangraba mucho pero no era grave. El médico inmediatamente lo vendó, mientras el niño se agachó contra la pared, mientras en su rostro mostraba más miedo que pánico.
Desde el lado pude ver el parabrisas antibalas moteado, e incluso mis nervios saltaron -el cnductor del carro, un hombre, recibió tantos disparon que su cabeza había colapsado, dejando su cuerpo grotestamente desfigurado. Una mujer también yacía muerta en el frente aún cubierta con su ropa musulmana y muy difícil de ver. Encontraron bolsas para cuerpos y los soldados los colocaron en ellas. Mientras tanto, los niños continuaban gimiendo y gritando, acurrucados contra la pared, entre los soldados que curaban sus heridas o tratando de consolarlos. El traductor del ejército me dijo después que eran una familia turca y la adolescente gritó: "¿Por qué nos disparan?, ¡no tenemos armas! ¡Íbamos a casa!"
Hubo un pequeño retraso en tener los vehículos armados listos, y pronto en convoy se movió hacia el Hospital de Tal Afar. Era grande y sorprendentemente bien equipado, con doctores de aspecto sombrío en batas blancas deambulando por los pasillos. Los niños más jóvenes fueron llevados por los soldados y su hermana adolescente. Solo el niño con la herida en su espalda necesitó algo más de atención médica, y los médicos del ejército y un doctor iraquí pronto habñaron de su prognosis: "Oh, estará bien," dijo el doctor iraquí en un mal ingles, poniendo rápidamente la piel sobre la herida, causando que el niño gritara. "Cuidaremos de él."
El capitán de la unidad, Thomas Siebold, insistió para que los niños se quedaran en una sala de espera cuando las bolsas con los cuerpos, que esperaban afuera en camillas, fueran traídas por los doctores para ser llevadas a la morgue. "Han visto suficiente," dijo. "No quiero que vean nada más esta noche." Pensé en la oficina del Seibold donde lo conosí antes, y la foto de su sonriente hija de 5 años llenaba el escritorio por entero donde estaba su computador.


Seamus Murphy - E.U. agosto 2005
Esta foto fue tomada en el Centro médico del ejército Brooke en San Antonio, Texas. Fui allí a fotografiar el tratamiento y rehabilitación del personal militar de la guerra en Irak. Había llegado a Texas un día antes para mi cita en el Brook y conduje a la protesta de Cindy Sheehan y otros afuera del rancho de George Bush en Crawford, Texas. La protesta anti-guerra se había convertido en una manifestación sin gracia entre personas anti-guerra y partidarios de Bush y la guerra.
Estuve en Brooke al siguiente día. Cuando entré, la atmósfera estaba cargada de fuerza positiva generada por los fisiatras y los entrenadores. Como resultado, los pacientes eran muy francos y luchaban para mantener la compostura mientras me encontré tomando sus manos que sentí como caucho endurecido, carentes de carne o vida y mirándolos a los ojos perdidos en sus rostros desfigurados.
Tenía que hablar con este chico y su madre. Les pregunté si podían pasar al pasillo para fotografiarlos en un ambiente más neutral. El chico se acercaba a su madre entre fotos. Al final me preguntó en broma que hiciera algo mágico en el computador para borrar los defectos en las fotografías. Sus defectos. Que extraordinario y maravilloso para mí es que le molestaba a ella era como luciera en las fotografías. Era una mujer común preocupada por su apariencia, cualquier madre de cualquier hijo. Ella solo veía a su hijo a su lado, y simplemente estaba feliz de que hubiera regresado a casa.

LBOX