mayo 20, 2012

AFGANISTÁN - JOHN D. McHUGH, 2007

Fotografía: John D. McHugh - Afganistán

Esta fue la última fotografía que tomé antes de que me dispararan. Había estado incorporado a las tropas estadounidenses por cinco semanas cuando acudimos a ayudar a una unidad que había sido emboscada muy cerca. Habían cuerpos en el camino, muertos y muriendo. Los talibanes empezaron a dispararnos desde las montañas. Salté detrás de una roca. Pude escuchar las balas golpeándola, y pensé, "Oh mierda,  oh mierda."

Corrimos atrás del Humvee, pero ahora nos disparaban desde ambos lados. En un momento acepté que me iban a disparar. Había muchas balas en el aire, sonaban como una bandada de abejas. Nos habían inmovilizados y un francotirador escogía personas una a una.

La bala fue a través de mis costillas y salió por la parte baja. Sentí como si me hubieran golpeado. Caí sobre mis rodillas, pero pude llegar detrás de la roca. La entrada de la herida era del tamaño de un centavo; la salida era más grande que la palma de mi mano. El dolor era abrumador. Estaba convencido que iba a morir y sentí ira conmigo mismo. Después empecé a preocuparme porque podría sobrevivir pero terminar paralizado. Tal vez ¿estaba mejor muerto? Mi mente se re-enfocó y pensé "No, ¡que mierda eso!"

Pasaron 25 minutos antes que alguien pudiera llegar a donde estaba. Mis cámaras estaban en el suelo, y mientras las agarraba tenía que agacharme a recogerlas. Cuando llegamos a la base local, un médico dijo,  "Diablos, puedo ver a través suyo." Tan pronto supe que me recuperaría, le dije a mi novia que iba a volver. El trabajo que hago es importante y también, si no hubiera pasado, puede significar que nunca entendí el riesgo en primer lugar. 

Amo mi trabajo pero ser herido por un disparo me hizo pensar sobre la vida más allá del trabajo. Le propuse matrimonio a mi novia dos meses después, y tuvimos un bebe el año pasado (2009).

↬ / Guardian