febrero 26, 2013

EL ARTE DE VER - DON MCCULLIN

Un vagabundo yace en las cenizas de un fuego.
Fotografía: Don McCullin - Londres, 1969

"Hace muchos años, solía caminar por las calles de Brick Lane en el East End de Londres, buscando personas sin hogar. Estaba haciendo una historia sobre vagabundos -los seres humanos que han sido empujados a un lado e ignorados por nuestra sociedad. 

A diferencia de hoy, la mayoría de las personas que encontré no eran jóvenes. Muchos eran hombres de mediana edad cuyas vidas habían fracasado, o que habían fracasados por sí mismos. Muchos de ellos habían sido expulsados de instituciones mentales. 

Caminé en zigzag por horas en el frío cada día, sabiendo que eventualmente, tal vez cruzando la siguiente esquina, habría una confrontación. Había muy buen material allí. Esas personas peleaban una con la otra. También me amenazaban.

Estaban tendidos en el canal y cosas así, y yo estaba determinado a contar toda la historia. Era un caso en el que tenía la paciencia, rápidamente pensando la composición cuando encontraba algo y después tomaba la foto. 

Puede decirse que también había preguntas sobre mi estado mental. ¿Me estaba comportando bien? Ciertamente me sentía incómodo, pero al mismo tiempo había un sentimiento de emoción de haber encontrado una escena increíble. No hay mucha diferencia entre el fotógrafo y el cazador. 

Vagabundo irlandés.
Fotografía: Son McCullin, Londres, 1969

Entre las fotos que tomé había una de un hombre tumbado en las brazas de un fuego en el mercado de Spitafields (imagen principal) y también de un hombre mirándome directamente (izquierda) cubierto en polvo y sucio por el fuego. Creo que puede verse la verdad en esas fotografías. Si se duerme en las calles por unas pocas semanas, no es necesario manipular una fotografía para mostrarlo. 

Pero viendo -realmente viendo- no tiene nada que ver con la fotografía. Y se recompensa con placer. Amo mirar al cielo, amo mirar el detalle, creo que cualquiera con una mente inteligente puede mirar algo a través de sus ojos y juzgar su valor. Puede deleitar sus ojos a diario, aunque sospecho que el hombre promedio en las calles va por la vida con una visión estrecha, sin ver el alcance de lo que sucede a su alrededor. 

Hay una gran abundancia de imágenes en estos días que las personas buscan en las pantallas todo el tiempo, pero eso no es donde está el mundo. En la casa en la que vivo, puedo despertarme en la mañana, abrir las cortinas y ocasionalmente ver un ciervo en el patio, porque vivimos en un país abierto. Ese momento es como un nuevo nacimiento. Me da mucha energía y alegría de tal forma que siento como si pudiera lograr cualquier cosa ese día. La fotografía solo es mostrar la verdad de ello. La cosa más importante -y si algún fotógrafo no está de acuerdo conmigo, pueden irse olvidando- es su aproximación emocional. 

Nunca uso flash, no creo en collages, y no hay forma de que manipule una fotografía de calle para obtener la composición precisa. Solo he escenificado una foto en mi vida, en 1968, cuando encontré un soldado norvietnamita muerto cuyas posesiones habían sido saqueadas por algunos soldados estadounidenses durante el ataque de Tet. Se alejaron haciendo comentarios despectivos sobre este hombre, llamándolo "gook" y cosas así. 

Soldado norvietnamita con sus pertenencias saqueadas.
Fotografía: Don McCullin - Hue, Vietnam, 1968

Decidí que no era correcto, entonces junté sus posesiones -las fotografías de su familia, su pequeño kit médico y su bolsa de balas- y las fotografié al pie de su cuerpo. Sé que es escenificado, y lo hice como una declaración. Tengo que confesarlo. Pensé que era importante que la voz de este hombre pudiera ser escuchada. 

Algunas personas dicen que la verdad es imposible en la fotografía. Pero si se está en batalla en Vietnam, viendo hombres jóvenes morir y tratando de matar a otros hombres, no hay verdad en eso, ¿dónde está la verdad? Cuando ve las fotografías de Eddie Adams del jefe de policía disparando a otro hombre en Saigon, no hay ninguna duda en su mente que está buscando la repugnante verdad de ese día. 

¿Mover la cámara cinco pulgadas a la izquierda hacen la diferencia? No digo que la composición no sea importante. Incluso fotografiando a un hombre lanzando una granada, estaré seguro de tomar un segundo para componer la toma. 

Henri Cartier-Bresson pudo ver más claramente que otros, y siempre se las arregló para llegar al momento en que la mayoría de las personas no lo vieran, y aún así cuando miro sus fotos, siempre están perfectamente compuestas. Él era una especie de francotirador. Estaba seguro que las personas en sus fotografías caminaban hacia el lugar perfecto en el momento justo que el presionaba el obturador. La fotografía que tomó de una mujer en una colina en la India mirando al anochecer es la fotografía más bíblica que he visto. 

Eso es por lo que creo que la fotografía es sobre hacer compromisos emocionales con dónde está y qué está haciendo. Trato de cortar el lado técnico lo más posible. Si está en un campo de refugiados, la mochila que carga en su espalda es el peso de su obligación moral y le teme al fracaso.

La gente a veces me pregunta: "¿Se esconde detrás de la cámara?" ¡Que ridículo! "¿Se esconde alguna vez de sus propias emociones?" Esa es la pregunta que debieran hacerme. 

Algunas veces, cuando piense que tal vez esté por tomar una gran fotografía, el cerebro empezará a luchar con sus ojos. Pero si lo hace lento, un exposímetro portátil  por ejemplo, debe quedarse quieto y controlar su respiración a pesar de toda la emoción. Incluso ahora, cuando me paro en el límite de un campo acá en Somerset para tomar una foto de paisaje, no es sobre obtener la foto, es sobre estar ahí. No malgaste el tiempo. Mire lo que está enfrente suyo."

↬ GRDN