"Todas las familias felices se parecen," escribió Tolstoi, "pero cada familia infeliz es infeliz a su manera." Pocos han cuestionado la validez de la afirmación de Tolstoi -pero lo opuesto puede ser dicho de los miembros más volátiles de la familia: los adolescentes. Cada adolescente feliz, después de todo, es feliz a su manera, pero los adolescentes infelices se parecen.
Tal declaración, por supuesto, difícilmente disminuye los problemas que acosan a los adolescentes: navegar por una vorágine de hormonas, enfrentando el enigma de cómo (o de qué manera) tratar de encajar con los amigos; explorando los límites de la rebeldía contra... todo. Incluso una de las gracias de la miseria adolescente -darse cuenta eventualmente que casi todos, en algún punto, sufrimos las mismas crueldades durante esos confusos años -incluso esa gracia salvadora es apenas un reconocimiento de que, en el fondo, la adolescencia puede ser una pesadilla andante.
Dicho esto, en pocas sociedades se encuentra la idea de juventud tan arraigada como en Japón. La cultura de la nación de la conformidad -tan a menudo recordada por los extranjeros (como Life, por ejemplo) hacia la exclusión de otros aspectos del país- es un elemento real de la vida japonesa. Y con esa cultura de conformidad se llega a conducir una rebelión que puede, y lo hace, recordar en ocasiones la búsqueda de la auto-negación.
En 1964, el fotógrafo de Life Michel Rougier y el corresponsal Robert Morse documentaron los años de revolución de una generación de jóvenes japoneses y volvieron con un retrato impactantemente íntimo, y poco visto de adolescentes precipitándose voluntariamente hacia el olvido.
En las fotografías de Rougier -fotos que parecen respirar, y al mismo tiempo, tienen un dejo de energía y una aguda desesperación -no solo miramos chicos empujando los límites de la rebelión. En vez de eso, entregamos el raro e inquietante regalo de complicidad: esta generación de chicos y chicas perdidos, sugieren las fotos de Rougier, tratan de decirnos algo -algo reprochable y perplejo- sobre el mundo que hicimos. O más aún, del mundo que hemos roto.
Los adolescentes y jóvenes adultos son retratados en las fotos de Rougier, Morse escribió en un artículo especial para Life en 1964 sobre Japón (donde aparecieron por primera vez estas fotos), son "parte de un fenómeno familiar en países del mundo occidental: una generación de jóvenes rebeldes, una minoría amargada y punzante que rompe con el pasado de su país."
A lo largo de ese pasado, un sentimiento de conexión con las viejas tradiciones y la autoridad ha mantenido a los niños japoneses obedientes y muy cercanos a la familia. Este sentimiento aún controla a la juventud japonesa que asedian las oficinas y fábricas por trabajos y las universidades por educación y le dan al país una vitalidad eléctrica y de gran urgencia. Pero en la medida que estos miembros huyen de la familia y la autoridad, esta generación crece en rebeldía.
En las notas que acompañaban a los rollos de Rougier cuando las envió al editor de Life en Nueva York, Morse profundizó aún más en las vidas, o como las percibía, de estos adolescentes de Tokio "tomadores de píldoras" y profundamente desconectados:
En ninguna parte del mundo la juventud parece dominar una nación como lo hacen en Japón. Son abrumadores y están en todas partes, surgen, buscan, experimentan, ambiciosos algunas veces, con o sin esperanza por los otros. Aislados en una pequeña y apretada isla, no son, excepto en la superficie, internacionales como sus contrapartes en la despreocupada Europa.
Viendo los rostros bien lavados de los estudiantes en uniformes negros y las niñas con blusas aguamarina que pululan en Tokio, hombres jóvenes con mentalidad de fisiculturistas galopando por Ginza, y la brillante juventud gritando detrás de un ídolo adolescente, es normal ver que es un país con una juventud tan sana y feliz como un helado de chocolate.
Eso no es verdad del todo.
Un gran segmento de la población joven japonesa, en el fondo, es desesperadamente infeliz y está perdida. Hablan abiertamente de sus frustraciones. Muchos han perdido el respeto a los mayores, siempre una pieza clave de la vida japonesa, y en algunos casos denuncian a los ancianos por "habernos llevado a una guerra sin sentido."
Después de cortar los lazos que los unen a sus hogares, en desesperación forman sus propias sociedades en miniatura con reglas para sí. Los jóvenes en estos grupos están vinculados por el afecto -en muchos casos "los perdidos" son incapaces de afecto- pero por la necesidad de pertenencia, para ser parte de algo.
Tanto el artículo en Life como la reflexiva historia de Morse -y, de alguna forma, mucho más devastadoramente- las notas dejan claro que esta "generación perdida" no era remotamente monolítica. Mientras ellos pueden, en varios grados, haber compartido una mirada genuinamente nihilista de sí mismos y del futuro de su país, los que huyen, fanáticos del rock and roll (los "monos-bailarines, Beatles" los llama Morse), consumidores de píldoras, "chicos en motos"- todos esos grupos, junto con otros subgrupos de la subcultura de la juventud japonesa, dan fe del amplio y profundo desafecto que los adolescentes encuentran, si se les busca en cualquier lugar de Tokio. Que Michael Rougier, mientras tanto, fuera capaz de retratar tan compasivamente no solo ese desafecto sino que capturó momentos de compañerismo genuino e incluso un dejo de júbilo entre esos adolescentes que buscan "algo" desesperadamente, atestiguan el talento del hombre y la profundidad de su dedicación para contar la historia de aquello que vio.
— Ben CosgroveMichael Rougier - Japón, 1964 |
Captura de la historia original en septiembre 11 de 1964 en Life: "Kako, en trance por las píldoras que toma, está perdida en su mundo en una tienda de jazz en Tokio."
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Yoko, 17 años, en Tokio, 1964.
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Juventud japonesa, Tokio, 1964.
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Juventud japonesa, Tokio, 1964.
Michael Rougier - Japón, 1964 |
El adolescente en el centro es el líder de 17 años de un grupo de consumidores de píldoras fanáticos del jazz. Es conocido solo por su apodo, "Naron" una popular píldora para dormir. Morse escribió en sus notas que Naron era "brillante e increíble cuando estaba limpio de píldoras."
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Juventud japonesa, Tokio, 1964.
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Juventud japonesa, Tokio, 1964.
Michael Rougier - Japón, 1964 |
Yoko, 17 años, Tokio, 1964.
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