abril 28, 2013

FOTOGRAFIANDO LA MODERNIZACIÓN EN CHINA




El fotógrafo Zeng Han habla de la fotografía y muestra la manera como documenta la modernización en China.


abril 21, 2013

ARGELINOS EN FRANCIA: 1955 - 1962 - PIERRE BOULAT


"En los inicios de la Guerra argelina, Francia le dificultó la vida a los norte africanos. La policía y los árabes se enfrentaron en el barrio parisino de Goutte d´Or. En Nanterre, la policía detuvo y buscó cada boicot (hombre árabe) que vieron. Los árabes estuvieron calmados, aturdidos, un poco molestos. Ese fue el inicio." Pierre Bolulat para revista Life, París, 1955. 

Pierre Boulat nació en 1924. Entró a la Escuela Nacional de Fotografía y de Cine en 1940, y empezó a tomar fotografías para el gobierno Vichy en 1943 para evadir los trabajos de labor en Alemania. En 1948, se mudó a El Cairo, donde publicó su primer libro Images d´Egypte. De vuelta en París, Boulat empezó a trabajar como fotógrafo freelance, y eventualmente obtuvo un trabajo fijo en la prestigiosa revista estadounidense Life, en 1957. Fue el primer periodista occidental que viajó a la URSS desde la guerra, y en 1964 se convirtió en el primer periodista occidental en visitar la China post-revolucionaria. Boulat siguió produciendo series de temas como palestina, tráfico de drogas en la Cuenca del Mediterráneo y el Desierto Sáhara. Fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras en 1993. Boulat murió en 1998. 

Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
En el bar local Goutte d´Or.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
Vendedor en la calle.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
En un barrio marginal en Nanterre.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
En un barrio marginal en Nanterre.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
La danza del vientre desliza algunos billetes en la ropa. Lo hace en las noches en una ronda por los cafés. Aquí con trabajadores metalúrgicos. 


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
La comida en el hostal.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
Uno de los hijos de Abdel Krim Bouzekkar y el pasillo de su apartamento que pudieron comprar con un préstamo de la Asociación de Asistencia a las familias del Norte de África.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
Retrato de un obrero de Renault.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
El Sr. Abdel Krim Bpuzekkar, guardia de seguridad, un "exitoso". Trajo a su familia y gracias al préstamo de la Asociación de Asistencia para familias del Norte de África compró un apartamento que pagará en 20 años. 


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
Cortándose el pelo en un café.


Pierre Boulat - Argelia 1954 - 1962
Mirada furtica hacia una prostituta en el barrio de Goutte d´Or.

Las demás fotografías...

ESPAÑA VIVIRÁ - HENRI CARTIER-BRESSON

Dir. Henri Cartier-Bresson
1939 - 44 min.

Documental:



"El anarquismo es, ante todo, una ética y, como tal, se ha mantenido intacta. El mundo ha cambiado, no es así el concepto libertario, el desafío frente a todos los poderes. Gracias a eso, he logrado zafarme del falso problema de la celebridad. Ser un fotógrafo conocido es una forma de poder y yo no la deseo". Henri Cartier-Bresson (1998).

Texto de Capi Vidal: "Cartier-Bresson se hizo anarquista siendo muy joven, al descubrir mundos diferentes al de las civilizaciones judeocristiana y musulmana. Frente a la inanidad presente en un mundo donde la tecnología posibilita un tropel ininterrumpido de imágenes, reivindicó siempre la sensibilidad del ojo del artista. Curiosamente, y a pesar de considerársele uno de los padres del fotorreportaje y de poseer un innegable compromiso con lo social, se distancia del trabajo de otro gran fotógrafo como Sebastiao Salgado. Cartier-Bresson pensaba que la obra de Salgado no estaba concebida por el ojo de un pintor, sino por el de un sociólogo, economista y militante; a pesar de respetar muchísimo su trabajo, consideraba que el brasileño poseía una "faceta mesiánica" que a él mismo le era ajena. En alguna ocasión, rechazó el trabajo documental y periodístico, ya que lo consideraba "extremadamente aburrido", algo por lo que el propio Robert Capa le recriminó aconsejándole que se apartara de sus orígenes surrealistas, algo que Cartier-Bresson parece que hizo solo públicamente. En cualquier caso, parece que el fotógrafo francés no se consideró nunca un reportero y reivindicó siempre su subjetividad artística: "Cuando voy a algún lugar, intento hacer una foto que resuma una situación que maraville, que atraiga la mirada y que tenga una buena relación de las formas, que para mí es esencial." 

RDA

abril 14, 2013

TIERRA BALDÍA ADOLESCENTE: LA JUVENTUD JAPONESA EN REVOLUCIÓN, 1964 - PARTE 3





Michael Rougier - Tokio, 1964
Gritando por los "Beatles de Tokio", 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Detrás de escena con los "Beatles de Tokio", 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Detrás de escena con los "Beatles de Tokio", 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Captura de la historia original en septiembre 11 de 1964, tema de Life: "(Yoko) a menudo termina sus largas noches arrinconada sobre un futón en la habitación de una amiga".


Michael Rougier - Tokio, 1964
"Naron" (a la izquierda estirando) y sus amigos al amanecer después de una noche de fiesta en la playa. 


Michael Rougier - Tokio, 1964
Juventud japonesa, 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Juventud japonesa, 1964.


Michael Rougier - Tokio, 1964
"Naron" y su novia sin identificar al amanecer después de una noche de fiesta en la playa.


Michael Rougier - Tokio, 1964
Algunas veces Yoko va hasta el puerto en Yokohama para mirar los barcos que zarpan a lugares que solo puede desear ir. Al anochecer, su "día empieza de nuevo".


↬ LIFE

TIERRA BALDÍA ADOLESCENTE: LA JUVENTUD JAPONESA EN REVOLUCIÓN, 1964 - PARTE 2


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Yoko, 17 años, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Un grupo de "niños motociclistas", uno de los numerosos subgrupos de las subculturas adolescentes en Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Escuchando jazz, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Perdidos en la música, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Captura de la historia original en septiembre 11 de 1964, tema de Life: "Encuentran una violenta liberación en sus Beatles japoneses".


Michael Rougier - Japón, 1964
Bailando a los "Beatles de Tokio".


Michael Rougier - Japón, 1964
Rockeando con los "Beatles de Tokio".


Michael Rougier - Japón, 1964
Rockeando con los "Beatles de Tokio."


Michael Rougier - Japón, 1964
Una fan (izquierda) y un "Beatle de Tokio", 1964.


LIFE

abril 13, 2013

LIBROS DE GUERRA

Texto escrito por Michel Puech.
Las pupilas de sus ojos son negras como la boca del cañón de un revolver. Pero bajo esa mirada, que es por turnos inquisidra y misericordiosa, vemos su sonrisa y dice poco. Edith Bouvier piensa antes de hablar, y lo que dice tiene un tinte de ironía, como el título de su libro Chambre avec vue sur la guerre [Habitación con vista a la guerra].

Portada

Algunas personas habrán visto a Bouvier en televisión, recostada herida en un sofá en Homs, Siria, donde las bombas caen día y noche. En el video trata de tranquilizar a sus amigos y familia diciendo que está a salvo. En el mismo video, vemos al fotógrafo William Daniels hablando calmadamente sobre sus situación, junto con Paul Conroy de Sunday Times Magazine, también herido, y Javier Espinoza de El Mundo. 

Unos días antes, el miércoles, febrero 22 de 2012, Marie Colvin, de Sunday Times y Rémi Ochlik de IP3 Press, murieron durante un bombardeo. 

"Marie y Rémi estaban tendidos en las escaleras frente a nosotros. Me recosté contra la pared, sin poder hablar. William se lanzó sobre ellos. Rémi estaba boca abajo. Solo podía ver su hermoso perfil. Sus ojos estaban cerrados. Parecía que solo se hubiera desmayado. William se sentó junto a Rémi, dándole palmaditas en sus mejillas para despertarlo. Solo podía ver el pelo rubio de Marie."

Y así empezó una larga y agonizante espera para escapar de este infierno: "No pegué el ojo. Fumamos tanto que la habitación estaba velada con una nube de nicotina. Afuera apenas amanecía y ya se podía escuchar el ruido sordo de las bombas cayendo en la ciudad. Un primer impacto. Siento que la tierra se mueve, un pequeño temblor. Ese debió haber caído lejos. Paul (el fotógrafo del Sunday Times y soldado del ejército británico) me enseña cómo escuchar el bombardeo, y anticiparlo por lo menos entro en menos shock. Si entiende algo, sabe cómo pelear contra esto, y se siente menos miedo. Explica de dónde viene el bombardeo basado en el sonido y las vibraciones, y dónde está el tanque, si se aproxima o si se aleja, si apunta a un objetivo específico o solo dispara toda un área. Aprendo el lenguaje de la guerra. No he hablado antes. Y aprendí a escuchar, a entender, a traducir."

Bayeux para corresponsales de guerra

Edith Bouvier cuenta la historia de un corresponsal de guerra. Incluso si el término hoy es a menudo rechazado por los mismos reporteros, es verdad que el periodismo realizado en "zonas en conflicto" es una profesión particular, una que es la protagonista de un breve pero profundamente interesante libro, Grands reporters de guerre entre observation et engagement, publicado en la colección "Les encontres de Normal Sup" 

Portada

"En este negocio, en el que he estado por más de 25 años, nunca he aprendido a cómo no sentir miedo," escribe Renaud Girard, uno de los compañeros de Bpuvier en Le Figaro, en Retour á Peshawar (Ed. Grasset, 2011) citado en el libro anterior. 

Miedo y heridas son parte del trabajo. Patrick Chauvel, cuyo cuerpo, de acuerdo a Jean-François Leroy, director del Festival Visa pour l´Image, sirve como un "mapa de los conflictos del siglo XX," no hace esfuerzos por ocultar su miedo, o el riesgo que toma. En el libro Les pompes de Ricardo Jésus, Chauvel escribió: 

Portada

"Es un trabajo peligroso el que ustedes periodistas hacen," dice mi vecino.

"Tiene un punto. Es verdad que a donde vayamos, la mitad de las personas que conocemos nos quiere muertos, los otros se rehúsan a hablarnos, y las personas que aceptan hablarnos, incluso aquellos que están agradecidos de que estemos ahí, trataran de usarnos para contarnos su versión de los hechos. La "verdad", que es por lo que estamos ahí, están en el medio de ese espectáculo de mierda que llamamos "guerra" y "revolución". Es nuestro trabajo sacarlo y presentarlo a las personas que viven en un mundo en paz. Tomará mucho trabajo llegar a las personas en otras partes del mundo interesadas, personas que tienen los mismos problemas. En otras palabras, tenemos que hacer nuestro trabajo."

En Chambre avec sur la guerre, Edith Bouvier habla de sus miedos con mucha modestia, y paga un tributo bien merecido al fotógrafo William Daniels, que le ayudó a atravesar sus interminables esperas durante los bombardeos. "¿Qué más pude haber hecho?, ¿Huir?" él me dijo con una pizca de irritación en su voz, cuando le agradecí por su coraje. "Olvídalo, no quiero hablar de eso."

No obstante, aunque los focos están sobre los muertos y los heridos, raramente se posan sobre los sobrevivientes o las personas en las sombras que trabajan para salvar vidas en estas situaciones extremas. "El hombre que me cargó gentilmente me dejó en la parte de atrás de un camión," cuenta Edith Bouvier en su historia de su primer intento por dejar Baba Amr. "Se volvió hacia mí, apretó mi mano, y fue a ayudar a otros. No lo conocía, y él no me conocía. Pero arriesgó su vida para salvar la mía."

Hoy, Daniel y Bouvier tratan de llamar la atención sobre los sirios que aún sufren en esta horrible guerra. Su preocu`pación está justificada, porque el mundo sigue en un silencio vergonzoso, en miedo de un conflicto internacional o el riesgo de un Islam radical. Sentimos la renuencia de la opinión pública para apoyar a los combatientes que pelean contra el horrible y sangriento régimen de Damasco. Y cuando la opinión pública duda, la prensa se adapta- Es revelador que el Premio Bayeux- Calvaods escogió honrar los que trabajaron en la guerra en Libia, que los que estuvieron en Siria. 

Después de la devastación de incontables conflictos, desde Vietnam a Congo, de Camboya a Bosnia, Chechenia, Irak, Afganistán, México y cientos de otros lugares donde los civiles han pagado con su sangre, desde 2010 es la "Primavera árabe" la que nos ha sumido en el luto. 

Y también ha empezado una serie macabra...

Como muchos de mis compañeros, no olvidaré la tarde del viernes, enero 14 de 2011, cuando supe por teléfono que Lucas Dolega habia sido herido de gravedad por una lata de gas lacrimógeno. "Hecho en Francia", lanzado por un policía tunecino. Aparentemente la lata no lo golpeó directamente, sino después de revotar. Aún así Dolega murió. 

Las guerras y las revoluciones no respetan los periodos de luto. La ceremonia de Lucas Dolega en el Cementerio Père Lachaise en París apenas había terminado cuando sus amigos compraron sus tiquetes para El Cairo. En Révolutions, el magnífico tributo al trabajo de Rémi Ochlik, uno de sus compañeros comparte un mensaje enviado por Ochlik, "No voy a ir. Me dijeron que no fuera. Gasté 600 euros en un tiquete de avión pero ¿y qué? No quiero morir."

Portada

El día después, él envió un correo electrónico a su compañera, Emilie Blachère, una periodista del Paris Match. "He cambiado de parecer. Estaré en El Cairo mañana a las 4 a.m." Después se fue como muchos otros a Libia, donde en abril 20 de 2011 Chris Hondors y Tim Hetherington murieron en Misrata. Hetherington murió en los brazos de Marie Colvin. Nosotros supimos solo seis semanas después que el fotógrafo sudafricano Anton Marmmerl también había muerto... Y después están nuestros compañeros árabes, cuyos nombres son difíciles de pronunciar. Olvidamos mencionarlos, incluso en el funeral en Bayeux. Pero Reporteros sin fronteras se encarga de la nefasta pero necesaria contabilidad. 

Después de unos pocos meses, el "Teatro de la guerra", como dicen en el ejército, se mudó a Siria. En enero 11 de 2012, con apenas retraso, espectadores de la televisión fueron testigos del bombardeo a Homs donde el camarógrafo Gilles Jacquier, de Envoyé Spécial, murió mientras su esposa Caroline Poiron miraba. Absoluto horror. 

Toda la profesión se sacudió de nuevo. ¿De dónde venían esas bombas? como si necesitáramos más pruebas, algo que realmente golpeara el hogar, para nosotros condenar la dictadura del presidente sirio. 

Aún nos hacemos la misma pregunta cuando Jean-Pierre Perrin elaboró los titulares en Libération con el martirio de Holms. Salió cuando Baba Amr, Edith Bpuvier, Rémi Ochlik y William Daniels llegaron... Marie Clvin la legendaria periodista de un ojo del Sunday Times, envió un correo electrónico, citado en Vanity Fair, a su amigo fotógrafo Janine Di Giovanni: "No podemos irnos ahora que el Eurotrash está aquí. Me quiero mudar a las 5:30 de la mañana me rehúso a ser golpeada por los franceses." ¡La competición es feroz, incluso en el frente!

Es más violento ahora en editoriales y la televisión que en el fotoperiodismo. Fotógrafos le dirán sin problemas, dos o tres décadas después, los sucios trucos que jugaron para otras agencias en el siglo XX. El gran descenso en la cantidad de asignaciones ha estrechado el compañerismo entre fotógrafos. Y en el campo cubriendo la Primavera Árabe, ha sido una pelea relativamente limpia. Para periodistas editoriales, sin embargo, la tensión ha aumentado. ¿Son las redes sociales culpables?

Javier Espinosa de El Mundo, ganador del Premio Bayeux-Calvados por su reportaje desde Holms, no pronunció una sola palabra en la ceremonia de premios para quienes murieron a su lado... ¿Modestia? Aún así, escribió en su artículo de ganador: "La muerte siempre está asociada con la oscuridad. Tal vez porque lo negro está siempre al acecho donde sea que la muerte vaya. ¡Me hirieron!" Esas fueron las primeras palabras de Paul Conroy que escuchamos en la oscuridad total. "¡Marie, también!" Marie Colvin había sido decapitada por la explosión. Después de aclarar el humo se reveló la horrible visión. Muchos cuerpos estaban en medio de los escombros, junto con computadores y cámaras de los periodistas. La bomba había caído muy cerca de la entrada. La ola de impacto había devastado la habitación que servía como un hogar maltrecho para periodistas extranjeros y locales. Para uno de ellos, Hussein, de 22 años, "era la voluntad de Ala." Para mí y William Daniels, fue una pared."

Portada

Marc Charuel, un reportero, escritor y director de fotografía del grupo Valmonde, entrega una fría mirada a la profesión en su estudio Les cercueils de toile: 

"Obviamente, nada de esto cambió la guerra. Nunca escuchará, pero aquellos que se han ido, en principio, haben sobre los horrores de los que fueron testigos. No creo que haya conocido a un solo corresponsal que no se trague su orgullo a la sola mención de lugares sucios que ha atravesado, quien solo trata como iguales a aquellos que han visto lo que él ha visto. La única pregunta que le interesa es, ¿Estuvo ahí?" Algunas veces no saben que guerra fueron a cubrir o por qué. Pero esas personas no pueden estar en otra parte... Es un club exclusivo cuyos miembros no tienen nada que probar. Ellos solo toman cosas del terror que los otros han sentido y lo transportan de un lugar a otro, vivir con ello y esperar que otros sepan que ellos cargan con eso. Al final, es solo después de un gran esfuerzo, y un gran trato de sufrimiento, que uno se da cuenta que la persona más afectada por las fotografías es el fotógrafo mismo, que el fotógrafo aún carga con esas heridas, que esas fotografías se convierten en parte esencial de su persona, y que han llegado antes de su tiempo a la Gran tribu de los muertos de la que se habla en el proverbio Bantú."

Postada

Como Marc Charuel, Yan Morvan algunas veces tiene un mal sabor de boca. En Reporter de guerre (La Martinière) dice: !982, 1983, 1984, 1985. Pasé cuatro años en el infierno de la guerra. No salí de esa experiencia ileso. Me volví cínico, ganando dinero de ese horror."

"Las opciones de vida hechas por estos reporteros de guerra aun atraen el interés del público," escribió Antonin Durand en su prólogo -que servirá de conclusión. para la colección de entrevistas "Grands reporters de guerre".

"Todos buscan entender mejor las motivaciones de los civiles que se lanzan a lugares donde todos los demás están tratando de salir. Ellos estaban mostrando el mundo que todos sienten deben conocer, sin estar preparados para enfrentarlo."

Libros:

Révolutions
Fotografías: Rémi Ochlik
Editorial: Emphas.is Journalism expérience Dublin 2012
http://www.emphas.is

Bosnia 1992-1995 avec de nombreuses photographies du conflit.
Solo disponible en Comme un roman 39 Rue de Bretagne, 75003 Paris 
Tel: +33 (0)9 79 21 06 80

Chambre avec vue sur la guerre d’Edith Bouvier
Editorial Flammarion - 2012

Grands reporters de guerre, entre observation et engagement 
de Pierre Barbancey, Renaud Girard, Jean-Pierre Perrin, Jon Swain. 
Entrevistas por Emmanuel Laurentin y Gilles Pécout
Editorial Les rencontres de Normal Sup’ - 2012

Les pompes de Ricardo Jésus 
Por Patrick Chauvel
Editions Kero - 2012

Les cercueils de toiles de Marc Charuel
Editions du Rocher - 1998

LLDLP

TIERRA BALDÍA ADOLESCENTE: LA JUVENTUD JAPONESA EN REVOLUCIÓN, 1964 - PARTE 1

"Todas las familias felices se parecen," escribió Tolstoi, "pero cada familia infeliz es infeliz a su manera." Pocos han cuestionado la validez de la afirmación de Tolstoi -pero lo opuesto puede ser dicho de los miembros más volátiles de la familia: los adolescentes. Cada adolescente feliz, después de todo, es feliz a su manera, pero los adolescentes infelices se parecen.

Tal declaración, por supuesto, difícilmente disminuye los problemas que acosan a los adolescentes: navegar por una vorágine de hormonas, enfrentando el enigma de cómo (o de qué manera) tratar de encajar con los amigos; explorando los límites de la rebeldía contra... todo. Incluso una de las gracias de la miseria adolescente -darse cuenta eventualmente que casi todos, en algún punto, sufrimos las mismas crueldades durante esos confusos años -incluso esa gracia salvadora es apenas un reconocimiento de que, en el fondo, la adolescencia puede ser una pesadilla andante.

Dicho esto, en pocas sociedades se encuentra la idea de juventud tan arraigada como en Japón. La cultura de la nación de la conformidad -tan a menudo recordada por los extranjeros (como Life, por ejemplo) hacia la exclusión de otros aspectos del país- es un elemento real de la vida japonesa. Y con esa cultura de conformidad se llega a conducir una rebelión que puede, y lo hace, recordar en ocasiones la búsqueda de la auto-negación.

En 1964, el fotógrafo de Life Michel Rougier y el corresponsal Robert Morse documentaron los años de revolución de una generación de jóvenes japoneses y volvieron con un retrato impactantemente íntimo, y poco visto de adolescentes precipitándose voluntariamente hacia el olvido.

En las fotografías de Rougier -fotos que parecen respirar, y al mismo tiempo, tienen un dejo de energía y una aguda desesperación  -no solo miramos chicos empujando los límites de la rebelión. En vez de eso, entregamos el raro e inquietante regalo de complicidad: esta generación de chicos y chicas perdidos, sugieren las fotos de Rougier, tratan de decirnos algo -algo reprochable y perplejo- sobre el mundo que hicimos. O más aún, del mundo que hemos roto.

Los adolescentes y jóvenes adultos son retratados en las fotos de Rougier, Morse escribió en un artículo especial para Life en 1964 sobre Japón (donde aparecieron por primera vez estas fotos), son "parte de un fenómeno familiar en países del mundo occidental: una generación de jóvenes rebeldes, una minoría amargada y punzante que rompe con el pasado de su país."

A lo largo de ese pasado, un sentimiento de conexión con las viejas tradiciones y la autoridad ha mantenido a los niños japoneses obedientes y muy cercanos a la familia. Este sentimiento aún controla a la juventud japonesa que asedian las oficinas y fábricas por trabajos y las universidades por educación y le dan al país una vitalidad eléctrica y de gran urgencia. Pero en la medida que estos miembros huyen de la familia y la autoridad, esta generación crece en rebeldía. 

En las notas que acompañaban a los rollos de Rougier cuando las envió al editor de Life en Nueva York, Morse profundizó aún más en las vidas, o como las percibía, de estos adolescentes de Tokio "tomadores de píldoras" y profundamente desconectados:

En ninguna parte del mundo la juventud parece dominar una nación como lo hacen en Japón. Son abrumadores y están en todas partes, surgen, buscan, experimentan, ambiciosos algunas veces, con o sin esperanza por los otros. Aislados en una pequeña y apretada isla, no son, excepto en la superficie, internacionales como sus contrapartes en la despreocupada Europa. 

Viendo los rostros bien lavados de los estudiantes en uniformes negros y las niñas con blusas aguamarina que pululan en Tokio, hombres jóvenes con mentalidad de fisiculturistas galopando por Ginza, y la brillante juventud gritando detrás de un ídolo adolescente, es normal ver que es un país con una juventud tan sana y feliz como un helado de chocolate. 

Eso no es verdad del todo. 

Un gran segmento de la población joven japonesa, en el fondo, es desesperadamente infeliz y está perdida. Hablan abiertamente de sus frustraciones. Muchos han perdido el respeto a los mayores, siempre una pieza clave de la vida japonesa, y en algunos casos denuncian a los ancianos por "habernos llevado a una guerra sin sentido."

Después de cortar los lazos que los unen a sus hogares, en desesperación forman sus propias sociedades en miniatura con reglas para sí. Los jóvenes en estos grupos están vinculados por el afecto -en muchos casos "los perdidos" son incapaces de afecto- pero por la necesidad de pertenencia, para ser parte de algo. 

Tanto el artículo en Life como la reflexiva historia de Morse -y, de alguna forma, mucho más devastadoramente- las notas dejan claro que esta "generación perdida" no era remotamente monolítica. Mientras ellos pueden, en varios grados, haber compartido una mirada genuinamente nihilista de sí mismos y del futuro de su país, los que huyen, fanáticos del rock and roll (los "monos-bailarines, Beatles" los llama Morse), consumidores de píldoras, "chicos en motos"- todos esos grupos, junto con otros subgrupos de la subcultura de la juventud japonesa, dan fe del amplio y profundo desafecto que los adolescentes encuentran,  si se les busca en cualquier lugar de Tokio. Que Michael Rougier, mientras tanto, fuera capaz de retratar tan compasivamente no solo ese desafecto sino que capturó momentos de compañerismo genuino e incluso un dejo de júbilo entre esos adolescentes que buscan "algo" desesperadamente, atestiguan el talento del hombre y la profundidad de su dedicación para contar la historia de aquello que vio. 
— Ben Cosgrove


Michael Rougier - Japón, 1964
Captura de la historia original en septiembre 11 de 1964 en Life: "Kako, en trance por las píldoras que toma, está perdida en su mundo en una tienda de jazz en Tokio."


Michael Rougier - Japón, 1964
Yoko, 17 años, en Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
El adolescente en el centro es el líder de 17 años de un grupo de consumidores de píldoras fanáticos del jazz. Es conocido solo por su apodo, "Naron" una popular píldora para dormir. Morse escribió en sus notas que Naron era "brillante e increíble cuando estaba limpio de píldoras."


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Juventud japonesa, Tokio, 1964.


Michael Rougier - Japón, 1964
Yoko, 17 años, Tokio, 1964. 


LIFE

abril 10, 2013

OESTE AUSTRALIANO: MEGAN LEWIS

Portada

La premiada fotoperiodista Megan Lewis pasó más de dos años y medio viviendo con los indígenas Martu "Mob" en el Parque Nacional Río Rudall en el oeste australiano, documentando sus vidas. 

La confianza y amistad que Lewis desarrolló con los Mob ha resultado en un cuerpo de trabajo extraordinario incluido en la publicación "Conversations with the Mob", un libro de 240 páginas que ofrece una luz a la cultura aborigen y los Martu con honestidad, compasión y humor. Entre otros reconocimientos Lewis ha sido galardonada con el prestigioso Premio Walkley a la Excelencia en Periodismo por su trabajo. 

Los Martu son uno de los últimos grupos indígenas en el Gran Desierto Arenoso en Australia que entraron en contacto con gente blanca. Esta área de Australia tiene uno de los climas más difíciles, con temperaturas que regularmente pasan los 50°C en verano. Es literalmente en medio de la nada, cientos de kilómetros de la ciudad más cercana. Seco, caliente y poco densa, esta tierra es extraña para la mayoría de los australianos. Los Martu, o los Mob como se llaman a sí mismos, son alrededor de 850 y habitan un territorio de aproximadamente en tamaño del reino Unido. En los primeros seis meses que Lewis vivió con los Mob añadió más de 3.000 km al kilometraje de su carro viajando a través del desierto entre cada uno de los 4 asentamientos Martu. 

El proyecto de Lewis le ha dado a los Martu un espejo al cual mirarse y tomar mejores decisiones para un futuro más feliz y saludable, algo que todo ser humano aspira. Y ella se ha involucrado tanto con la comunidad que ha ido más allá del rol de fotoperiodista, trabajando con los Mob para mejorar también la salud de los niños. 

En su libro Lewis habla sobre la manera como casi pierde la determinación de continuar con el proyecto, al enfrentarse al medio ambiente así como la brecha cultura que la separaba de los Mob. 

"Recuerdo un día en particular... después de vivir con los Martu por tres meses estaba golpeándome contra la pared. Con cerca de 48°C no era el día más caliente para los niveles del desierto. Conduje fuera del campo y me encontré sentada sola bajo un arbusto de acacia. Hormigas y moscas escarbaban en cualquier hueco y yo estaba pensando que ya sabía lo que se sentía ir al otro lado."

Pero en vez de rendirse, decidió que la única forma de vivir con los Martu era olvidar sus maneras occidentales y abrazar la vida del desierto. Renunció a su trabajo de tiempo completo con el periódico Australian, dejó atrás posesiones mundanas (otras más que su cámara) y se introdujo en la cultura del desierto. Dice, "Desde ese momento, mi relación con los Mob se volvió real y nuestro viaje junto, con todos sus giros inesperados, dependía dramáticamente de nuestra confianza y entendimiento mutuo. 

Este proyecto auto-creado claramente se convierte en un viaje personal y el trabajo que resulta está lleno de emoción. Como dice Lewis, "Al final me ha dado más riquezas de lo que pude haber imaginado. Este es un libro de marpan (sanación) para compañeros blancos y como los Martu. Es mi deseo que mis fotografías y las historias de los Mob nos permita abrir corazones, que este libro sirva como puente a una gran cultura dividida."

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia

Megan Lewis - Australia


Conversations with the Mob 
Megan Lewis
Editorial: Universidad de Western Australia

LJDLP